Reyes Monforte
De curas y bueyes
Se suele decir que los cambios siempre son para bien. No sé si es para frenar una dosis excesiva de euforia o de decepción, pero la frase de marras encierra bastante verdad. Ayer se produjo el relevo en la presidencia de la Conferencia Episcopal. Lo han calificado como cambio suave. Mejor. Los cambios no pueden hacerse con una escenografía propia de una mascletá ni sus protagonistas deben entrar como elefantes en una cacharrería. Andan los tiempos un poco revueltos y siempre es bueno que los cambios, tanto de personas como de instituciones, vengan marcados por la moderación, la amabilidad, la buena imagen y el diálogo tranquilo y sin estridencias. Desde que llegó el Papa Francisco la amabilidad y las buenas formas han suavizado muchas asperezas, lo que demuestra, una vez más, que las instituciones las hacen las personas, como ha sido toda la vida de Dios.
Blázquez ha dicho que entiende la Iglesia como una casa de puertas abiertas cercana a las personas que necesitan comprensión, apoyo y compañía. Pues por falta de público que responde a ese perfil no va a quedar. Esperemos que sea así, sin reproches ni regañinas, con palabras amables alejadas de sentencias tajantes que a veces no se corresponden con la misericordia anunciada. Tampoco lo tienen tan difícil: si es verdad que el cambio responde al nuevo rumbo fijado por el Papa Francisco desde Roma, basta con imitar su forma de ser, hablar, mirar y hasta de sonreír. El nuevo presidente de la Conferencia Episcopal dijo en su día que «el obispo tiene que arar con los bueyes que tiene». Deseemos que no se le desboquen y, si lo hacen, lo arregle con buena mano.
✕
Accede a tu cuenta para comentar