Restringido
De la recuperación al despegue
Mariano Rajoy es un político previsible y machacón. El típico hombre tranquilo y liberal. Nadie esperaba ayer grandes novedades de su boca a la hora de hacer balance de fin de año. Además tenía garantizada de antemano la crítica hostil de los competidores y sus servidores mediáticos, dijera lo que dijera, y más en la puerta de un año electoral. Así que, sensato y realista como es, no debía hacerse ilusiones. A lo más que podía aspirar con su comparecencia era a empezar a recuperar la confianza de una parte de su electorado natural, que anda perplejo o desencantado, y a levantar la moral de sus militantes para la encarnizada batalla que viene. Seguramente es lo que ha pretendido, que no es poco. Por fin podía ofrecer un horizonte nacional algo más luminoso y esperanzador, teniendo a la vez buen cuidado en evitar esta vez cualquier triunfalismo que sentaría como un tiro a los parados y a las familias con dificultades. Tampoco podía ocultar que se avanza en la recuperación económica, después de haber estado al borde del precipicio, y que todos los instrumentos del Estado de Derecho están puestos por fin al servicio de la lucha contra la corrupción. Bajo su mandado, por primera vez desde la Transición democrática, está llevándose a cabo en España una gran operación de limpieza, empezando por la propia casa. En cuanto a la cuestión catalana, nadie podrá acusarle de no demostrar firmeza en la defensa de la unidad y soberanía españolas. En esto no da ningún síntoma de decaimiento, sino todo lo contrario.
«Ahora toca restañar las secuelas de la crisis», ha dicho. Una tarea ardua, pero de largo alcance. El presidente Rajoy ha abrumado con una riada de datos positivos e incontestables de la economía y del empleo para demostrar que 2014 ha sido el año de la recuperación, como él había avanzado en las Navidades pasadas. Como si fuera un relato bíblico y a la luz de estos datos, acabamos de superar, según él, los siete años de escasez. Se supone que ahora llegan los siete años de abundancia. Todo un cambio de ciclo a la vista. El PSOE ha contraprogramado la comparecencia de Rajoy con la de su joven secretario general para desacreditar los datos del presidente. Difícilmente puede ofrecerse una forma de hacer política más cicatera, inoportuna, contraproducente y anticuada. Según el todavía principal partido de la oposición, todo va mal y este año ha sido un año perdido. Así le va a ir a Pedro Sánchez, si no cambia de asesores. ¡Una lástima! Rajoy le gana, por lo menos, en ecuanimidad y en sentido común. Esto sucede justo cuando más falta hace en España estabilidad política frente al aventurerismo de «terceras vías» que están a punto de apoderarse del territorio socialista. Lo más desconcertante es que con salidas como la de Sánchez se lo están poniendo en bandeja.
Consecuente con los apabullantes datos ofrecidos, o sea, con conocimiento de causa, el gallego tranquilo se propone como prioridad para 2015, año electoral, el despegue definitivo de la economía; o, lo que es lo mismo, ir recuperando el bienestar de los españoles que se llevó por delante la crisis. Por eso se atreve a calificar 2015 como «el año del despegue». A la gente de la calle, después de tanta frustración y tantos sufrimientos, le va a costar creer al presidente. Pero, después de escucharlo, cualquier persona inteligente y de buena fe, no manipulada por la crítica interesada y el pesimismo enfermizo que nos invade, sentirá por dentro un poco de alivio. A pesar del descrédito que le ha acompañado en esta dura travesía, a mí me pareció ayer un gobernante resistente –el que resiste gana– y fiable, dispuesto, una vez más, a salirse con la suya. Al tiempo.
✕
Accede a tu cuenta para comentar