Toni Bolaño

De los mejores a los posibles

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, dijo que no pudo ver el discurso de Su Majestad el Rey con la excusa de estar trabajando en su nuevo Ejecutivo. No parece que fuera verdad porque lo fio todo para ayer tarde. Cumbre en Palau para definir un nuevo Gobierno, con pocos cambios y un poco de barniz soberanista. El Govern de los mejores ha pasado a la historia. Ahora es el Govern de los posibles.

Mas no tenía mucho donde escoger y sí mucho que negociar para cambiar cromos con ERC y Duran. Unió tendrá tres consejeros en un Ejecutivo sin grandes fichajes. Felip Puig cambia de cartera. Sale fagocitado de Interior pero sigue en el Gobierno. No tendrá dinero para obras públicas en Territorio pero ahí podrá seguir regando el jardín del partido. Ya ansiaba este puesto hace dos años, porque en el territorio basa su fuerza.

Para Boi Ruiz no ha encontrado recambio. Nadie quiere ir a Sanidad para hacer más recortes. Ruiz ya está quemado. Ahora se «churrascará». Rigau, con la inestimable ayuda de Wert, seguirá en Educación, mientras el otrora socialista y ahora oráculo íntimo del soberanismo, Ferrán Mascarell, continuará en Cultura, a pesar de una gestión que no ha llegado al aprobado.

Los que se van. No figura Lluís Recoder, que da un paso atrás para verlas venir. Es el menos soberanista de los dirigentes de Convergència. Su escaso ardor guerrero en materia soberanista –y la privatización de la ATLL– le ha pasado factura.

Otros marchan por la puerta trasera, con más pena que gloria. Es el caso de los titulares de Empresa, Francesc Xavier Mena, y Justicia, Pilar Fernández Bozal. La última no ha pasado el tamiz de ERC. No le perdonan los recursos que hizo, como abogada del Estado, a los referendos independentistas.

Mas-Colell y Francesc Homs serán los hombres fuertes. Todavía se desconocen las competencias de cada uno de ellos. Todavía sin cerrar nada, Francesc Homs puede acabar en Interior porque Duran le vete una Consejería de Presidencia. No le quiere dejar poder a costa de que la vicepresidenta Ortega lo pierda. Dicen que el Gobierno lo hace el presidente, pero Mas ha evidenciado, otra vez, debilidad. Ha tenido que hacer encaje de bolillos pagando peajes por doquier. A los de fuera sí, pero también a los de dentro de su partido. Su margen de maniobra ha sido escaso. Tanto como el que tendrá para gobernar. Ya no son los mejores –no lo fueron– son los posibles.