José Clemente
De tal siembra, tal cosecha
El próximo domingo se cumplen dos años de la aprobación en la Asamblea de Cartagena de la Propuesta de Ley de Medidas Extraordinarias para la Sostenibilidad de las Finanzas Públicas de la Región de Murcia, un paquete de iniciativas que iban a marcar un antes y un después en la política regional y que puso a los sindicatos en pie de guerra contra Ramón Luis Valcárcel. Esa propuesta sacó del aletargamiento en el que vivían instalados a los sindicatos de clase (de clase alta, claro), que engrasaron sus correas de transmisión para criticar a Valcárcel lo que eran incapaces de criticar a Zapatero. La bronca en Murcia fue del todo monumental, porque allí donde gobernaba la izquierda y el paro alcanzaba cotas de escándalo mundial, los pancistas bien subvencionados por Zapatero que ahora salen a la calle se quedaban en casa viéndolas venir, a la espera de escampara o mirando para otro lado, como si no fuera con ellos. La cosa se puso tan fea y gorda que sólo bastaron tres semanas para que esos parásitos trataran de romper la convivencia entre los murcianos al agredir con nocturnidad y alevosía, en el mejor papel del matonismo de principios de siglo pasado, al consejero de Cultura, Pedro Alberto Cruz, después de haberlo intentado con otros diputados y dirigentes del PP en las inmediaciones de la Cámara de Comercio. Era tanta la rabia contenida por la izquierda al deber callar cuando no justificar las tropelías de Zapatero, que su explosión-liberación le llevó directamente a postulados de corte fascista.
Nunca antes habíamos visto una izquierda tan desahuciada, aunque ahora entendamos por qué desde entonces a esta parte han perdido todas las elecciones en las que han participado. Valcárcel, sin embargo, reaccionó como hombre de Estado, y eso que le insultaron decenas de veces al pasar ante su domicilio, amenazaron a su hija, ensuciaron la fachada donde vive y no sé cuántas perrerías más. Puso el interés general de los murcianos por delante, con una política claramente antipopular y difícil que ni a él mismo gustaba pero que había que aplicar, al interés particular de no meterse en líos cuando seis meses después tenía unas elecciones a la vista. Y el pueblo así lo entendió. No como Zapatero y Rubalcaba, que alardeaban de la musculatura económica de España cuando Europa nos advertía que estábamos entrando en recesión. Son dos formas de ver y entender la política.
Pues bien, ya han pasado dos años de aquello, veinticuatro meses que nos han parecido toda una eternidad. Dos años de una dureza indescriptible, pero que nos sitúan hoy en la mejor de las situaciones de la «pole position» del crecimiento. Ayer mismo, por ejemplo, el «Barómetro de la Empresa Familiar», que ausculta el estado de salud de numerosas empresas murcianas, concluía que la apuesta por la innovación estaba tirando de las empresas de la Región, que un 15,2 mantendrá su crecimiento, que las exportaciones habían aumentado un 18 por ciento y que las ventas lo habían hecho otro 14,6 por ciento, datos que confirmaba el INFO por otra parte al asegurar que el sector servicios y la industria agroalimentaria empezaban a dar claros síntomas de crecimiento. Valcárcel sembró hace dos años un paquete de medidas del que empezamos a ver su cosecha, y, esa es, sin duda, una muy buena noticia para estas navidades.
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