Alfonso Ussía
Desafinó «Clarín»
Desafinó el gran periódico argentino «Clarín», que ha sido un baluarte de la libertad durante los últimos años peronistas. Desafinó emitiendo una falsa noticia, que hizo desafinar a mi periódico, y finalmente a quien les escribe y firma. El Rey fue recibido en Buenos Aires por el Embajador de España, don Estanislao Grandes Pascual, y no tuvo que subirse a taxi alguno para llegar a su hotel en la Capital de Argentina.
Lo siento por el Embajador, no por «Clarín». Y lo siento especialmente por mí, que me he creído convenientemente informado por uno de los medios impresos más prestigiosos del mundo, cuando en realidad he sido engañado por su sesgo y mala intención. Por el Embajador de España, porque además, fue «juanista». Muy pocos de los que hoy viven saben interpretar lo que significó en tiempos de Franco el «juanismo». También fue «juanista» el actual ministro de Asuntos Exteriores, García Margallo. El «juanismo» no fue otra militancia que la de la libertad y el abrazo de todos los españoles desde una causa perdida. La de Don Juan III. Derrota que terminó triunfante.
Escribí ayer que el Rey Don Juan Carlos llegó a Buenos Aires y no fue recibido por nadie. La información nació en «Clarín». Escribí que el Rey había tomado un taxi en el aeropuerto de Ezeiza, según la reportera de «Clarín». Y me extrañó que el Embajador de España no hubiera acudido a recibirlo y que el Rey, a la vista de su soledad, tuvo que subirse a un taxi, siempre según «Clarín», para trasladarse a Buenos Aires. ¿Y el Embajador?, me preguntaba.
El Embajador, como no podía ser de otra manera, por su representatividad, su obligación y sus lealtades, recibió al Rey Don Juan Carlos en el avión. Accedió a la cabina acompañado por la ministra Lonardi y sus subordinados en la Embajada de España señores Carriedo, Ministro consejero, el Cónsul General Rafael Tormo, el Agregado de Defensa, teniente coronel Alejandro Monedero –sin parentesco alguno con el de «Podemos»–, el consejero David Izquierdo y el secretario Patricio Rumeu. Todos ellos cumplimentaron al Rey antes de descender del avión y ocupar un coche blindado procurado por el Gobierno saliente, y otros vehículos para tomar directamente la autopista hacia Buenos Aires. «Clarín» no se apercibió de tanto movimiento, y publicó que el Rey había subido a un taxi. A pesar de la llamada del Agregado de Prensa de la Embajada desmintiendo la noticia, «Clarín» no quiso reaccionar, aunque al día siguiente pidió disculpas. El Rey, al saludar al nuevo Presidente Macri, se hizo cargo de la situación, la confusión y la falsedad: «Presidente, la prensa dice que he venido en taxi».
La animadversión entre el anterior Gobierno argentino y «Clarín» se advierte en la nota del Ministerio de Relaciones Exteriores saliente, que ofrece una redacción ridícula. «‘‘Clarín” aburre de tanto mentir». «El Rey Emérito Juan Carlos de España fue recibido por autoridades protocolares de la Cancillería argentina y se trasladó al hotel en coche blindado solicitado por las autoridades españolas y provisto por el Gobierno Nacional. Parece de mal gusto tener que estar aclarando estas infamias, pero por respeto a Su Majestad Juan Carlos, nos vemos obligados a hacerlo. Inclusive ‘‘Clarín’’ está tan cegado por el odio que llega a la zoncera de escribir que el Rey Juan Carlos habría tenido que tomar un taxi. Si así hubiera sido, significa que ni el propio Embajador español fue a recibirlo». Hay que mejorar la redacción.
Rectificar es, en ocasiones, un alivio. Y me siento aliviado al hacerlo, pero «Clarín» ha dejado de ser una referencia de certidumbres. Y lo hago feliz por el honor de un «juanista» y servidor de España durante decenios. El Embajador que sí fue a recibir a su viejo Rey, a pesar de «Clarín».
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