César Lumbreras

Descarriló

La Razón
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Allá por el año 1984, cuando España no había entrado todavía en la entonces Comunidad Económica Europea (CEE) y nuestra delegación negociaba la adhesión, pregunté a un francés, alto cargo comunitario, las razones de la permanencia del Reino Unido en este club, si siempre estaban a disgusto, y protestando por todo lo que se aprobaba para construir lo que luego comenzó a llamarse «más Europa». Su respuesta fue muy gráfica: «La CEE es como un tren con dos locomotoras, que son Francia y Alemania. Unas veces tira una; otras veces, la otra, y, cuando se necesita mucha potencia de arrastre porque el asunto es importante, lo hacen las dos, el eje franco alemán. Detrás vienen los ocho vagones. El último es siempre el del Reino Unido, que va coleando, haciendo de rémora, intentando rebajar la velocidad del tren, pero nunca se desenganchará», señaló. Cuando repregunté por qué lo afirmaba con tanta seguridad me dijo que: «Primero, a ellos no les interesa y, en segundo lugar, a Estados Unidos tampoco, porque el Reino Unido es el Caballo de Troya que los norteamericanos tienen metido en la Comunidad». Eso ha valido durante más de treinta años, hasta que el asunto se ha sometido a consulta y una mayoría muy justa de británicos, votando con sus sentimientos, ha dicho que «fuera». Nos encontramos desde ayer ante la petición de divorcio de una de las partes. Ahora toca negociar los términos de la separación, tema peliagudo donde los haya, porque no existen precedentes. Debería ser lo más amistosa posible por la cuenta que trae a unos y otros. El Reino Unido ha quedado muy dividido; la actual UE, que no andaba muy fina, está más tocada y las élites de Estados Unidos, bastante enfadadas. Evidentemente no es la mejor situación, ni mucho menos. Pero habrá que buscar las oportunidades que ofrece el nuevo escenario. Toca repensar la UE y rehacer ese monstruo que hemos contribuido a crear entre todos, porque el tren sigue, con un vagón menos, pero sigue.