Manuel Coma

¡Detened al candidato Trump!

La Razón
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El fenómeno Donald Trump ha llevado a las mejores cabezas norteamericanas a eso a lo que aquí se nos exhorta obsesivamente: reflexionar. Reflexionar sobre lo que el «trumpismo» significa para entender la sociedad norteamericana de hoy. Más allá de las elecciones, más acá de sus enormes consecuencias para el Gobierno de la primera nación del mundo, de la potencia indispensable.

Las reflexiones revelan aspectos profundos de la América de hoy, pero van por caminos tan opuestos que no resultan conciliables. Predominan los autores con diversas tonalidades de conservadurismo, próximos al Partido Republicano, cuya misma supervivencia, al menos en su forma actual, muchos creen amenazada por el éxito de multimillonario neoyorquino. La izquierda norteamericana suele limitarse a contemplar el fenómeno con desdén, como típico de lo bajo que han caído las bases de sus contrincantes, aunque más o menos subrepticiamente muchos también se inquietan de que el fenómeno pueda arrollarlos también a ellos.

En el aparato demócrata se apuesta por Trump como rival más fácilmente batible en las presidenciales de noviembre, sobre todo después de que la segunda ronda de primarias en Carolina del Sur y Nevada haya insuflado nueva vida a Hillary, dejando en mala posición al izquierdista –extremista en el contexto norteamericano– Bernie Sanders. Ahora que ha surgido a la palestra el tema, al parecer muy vidrioso, de la declaración de renta del cabeza de los aspirantes republicanos, el líder de la minoría demócrata en el Senado le ha echado un capote, cuando hace cuatro años había sido implacable con el ex candidato republicano Mitt Romney por la misma cuestión, llegando a la descarada mentira.

Una táctica muy transparente: quiere que revelaciones peligrosas no entorpezcan su carrera y se las reserva para desenmascararlo cuando ya sea el candidato irreversible del Partido Republicano. Algo de la máxima prioridad para el partido del elefante y para todos los que se devanan los sesos acerca de cómo evitar que el desastre Trump se consume: sacarlo a la luz cuanto antes, no ya para impedir el descalabro en la recta final hacia la Presidencia, sino como estrategia para pararle los pies al que puede arruinar el partido aun llegando a la Casa Blanca.

El pulso se ha iniciado recientemente y Trump llega hoy al «supermartes» habiendo conseguido escabullirse de esa enojosa demanda, que va a seguir pendiendo como una espada de Damocles sobre sus pretensiones. Pero, tal como están las cosas, sigue en pie la cuestión de si sus fieles creerán lo que sus ojos lleguen a ver o incluso si viéndolo se lo perdonarán. Hasta es pensable que el magnate inmobiliario exhiba sus posibles fraudes fiscales como un activo. ¿Cómo, entonces, detener al polémico candidato Donald Trump?

La condición mínima es oponerle un único contrincante que se lance al más encarnizado ataque. Los resultados de hoy nos dirán si sobrevive Marco Rubio o Ted Cruz o ambos, lo que volvería a aumentar la ventaja del cabeza de lista. Los dos cubanos pescan en caladeros electorales bastante similares a los del gran demagogo. El aparato del partido preferiría el más templado conservadurismo de Rubio.