Cástor Díaz Barrado

Devaluación

La caída en el precio del petróleo que está teniendo lugar en los últimos tiempos y que sorprende por su velocidad, está produciendo un verdadero terremoto en las relaciones económicas internacionales y también en el marco político de estas relaciones. Las consecuencias son aún imprevisibles, aunque todo hace presagiar, que la situación de algunos países será muy complicada a lo largo del próximo año. Sin duda, Rusia se verá muy afectada por esta vertiginosa caída en los precios del crudo. La dependencia energética se corresponde, en ocasiones, con la dependencia de la economía de muchos países de la producción y exportación de petróleo. Seguramente, Asia y Europa y también los Estados Unidos se beneficiarán de un precio del barril que rondará los cincuenta dólares y ello traerá graves consecuencias a la economía rusa, que ya ha visto, como en poco tiempo, se devalúa el rublo. La reducción del precio del petróleo supone un respiro, desde luego, para la economía de la eurozona y representa una expresión significativa de la pugna existente entre los diversos procedimientos de extraer el crudo. Pero, sobre todo, «la guerra del petróleo» podría tener consecuencias políticas en las relaciones internacionales. Rusia tiene que hacer frente a la disminución de sus ingresos al mismo tiempo que sufre las sanciones impuestas por una parte de la comunidad internacional por la política llevada a cabo, fundamentalmente, en el este de Ucrania. Su situación comienza a ser delicada y serán, sobre todo, los ciudadanos rusos quienes más sientan el impacto de una devaluación no prevista. No parece que el Gobierno del presidente Putin vaya a cambiar los ejes de su política exterior, ni tampoco que la situación en Ucrania sea abordada en base a parámetros diferentes a los actuales. Pero sí es verdad que la debilidad de la economía rusa puede introducir algún elemento de fragilidad en las posiciones políticas. La decisión rusa de anexionarse Crimea y la ausencia de medidas para impedir el conflicto en el este de Ucrania no han sido un acierto en política internacional, aunque no sólo recae en Rusia toda la responsabilidad de lo que está sucediendo en esa zona de Europa. No obstante, la situación económica actual, derivada de la inestabilidad en los precios del petróleo y con una clara tendencia a la baja, podría hacer pensar a las partes en los conflictos que se están produciendo y buscar, con ello, una solución satisfactoria para todos. La economía se puede devaluar. La política internacional no se puede depreciar en ningún caso.