Iñaki Zaragüeta
Diferencia abismal
«Hombre de paz», «el Mandela vasco» y no sé cuántas ignominiosas exaltaciones más atribuyen a Arnaldo Otegi algunas personas que deberían avergonzarse de sus propias afirmaciones como la primera, pronunciada por el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, cuya gestión tan enormes perjuicios ha causado a España.
Si Otegi es un hombre de paz o el Mandela vasco «¿qué soy yo?», se preguntaba ayer mi amigo Rogelio. No le faltaba razón. ¿Cómo puede denominarse hombre de paz a quien no se ha arrepentido de su colaboración activa con el terrorismo, quien no ha pedido perdón a las víctimas y quien no ha hecho nada por que ETA se disuelva, entregue las armas y se ponga a disposición de la Justicia?
¿Cómo se puede comparar a este personaje con el líder sudafricano? Sería asumible si su estancia en prisión, única circunstancia que les une, hubiera estado motivada por las mismas razones. Nada más lejos de la realidad. Mientras Mandela vivió en la cárcel una gran parte de su vida como víctima, represaliado por una injusticia social como la segregación racional, Otegi lo fue por su solidaridad con los asesinos de inocentes, con los verdugos. Una diferencia abismal.
La campaña electoral protagonizada por el secretario general de Sortu en Bruselas, en Cataluña y donde quiera que se extienda es una infamia contra las víctimas, contra sus familias y contra cualquier persona de bien. Más aún, quienes la apoyan y la favorecen no hacen otra cosa que denigrarse y denigrar a la democracia. Lástima que nos mostremos tan apocados a la hora de parecernos a las sociedades más desarrolladas en las que esto no sería posible. Así es la vida.
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