Paloma Pedrero
Dónde mirar
No sé hacia dónde mirar. Si miro a mi país veo que llevamos meses sin gobierno y que nuestros elegidos no se ponen de acuerdo. No me gustaba ninguno demasiado cuando voté, ahora me gustan menos. Me pregunto, ¿dónde están los hombres de bien que, con su inteligencia y sensibilidad, se meten en política para luchar por la igualdad, la justicia y el bien social? Salvo excepciones, yo sólo veo egos gigantescos, reflejo de mentes pequeñitas; gente que ansía el poder para actuar a su antojo y que su henchido ser pueda beneficiarse de la situación que temporalmente ostenta. Nuestros políticos anhelan ser alguien, ambicionan hacer monumentos firmados con su nombre para no ser olvidados por la historia, persiguen conseguir dinero y agasajos, quieren ser un bote de Colón y salir anunciados por la televisión, que decía Alaska. Y esto, aún a cambio de envejecer y ponerse feos. Porque el poder, ese tipo de poder que practican, destruye al más compacto. Si miro un poco más lejos, veo la guerra, el terrorismo, la violencia en todos sus sentidos. Ahí están, muriéndose en el fango, esas gentes perseguidas a las que no dejamos entrar en casa. Siento vergüenza de mí y de la Europa a la que pertenezco.
Y si miro más cerca, veo las calles llenas de gente más bien triste y muy estresada. Muchos con medicación en sus cuerpos para poder soportar la incertidumbre, el paro, la soledad, la pobreza, la impotencia... Aún así, algunos meten la cabeza debajo del ala y ríen y holgazanean. Parecen tontos. Unos pocos prefieren mirar, aunque duela, e intentar poner su granito de arena.
A veces, no sé donde mirar y busco a mi perro.
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