César Lumbreras

Dos casas de los líos

La Razón
La RazónLa Razón

No es una, sino que son dos casas las que me tienen perplejo por la cantidad de líos que acumulan. No pasa un día sin que Trump nos sorprenda con algo. Desde un tuit contra alguien, hasta el nombramiento o cese de un alto cargo de su equipo, pocas jornadas después de su designación. Y me refiero a los puestos más importantes de la Casa Blanca, esa que visitará Rajoy en septiembre. Con la experiencia acumulada a lo largo del semestre largo transcurrido, aterra pensar en manos de quién está la primera potencia del planeta. No son pocos los que piensan que no terminará su mandato y que acabará como Nixon. Sin embargo, consultado este punto con amigos que siguen muy de cerca la política de Estados Unidos, me dicen que puede ser peor el remedio que la enfermedad, porque, si con Trump la Casa Blanca es la casa de los líos, todo podría empeorar con el ascenso de su vicepresidente, que apunta peores maneras. La otra casa de los líos está más cercana, en Barcelona. Lo que sucede en la sede del Gobierno de Puigdemont, entendido en sentido amplio, es también de nota. Entre los restos del partido que fundó Pujol, lo que mandan los de ERC y las imposiciones de la CUP, sumados a los nombramientos y ceses varios, aquello es también un «sin vivir», mientras la sensación de caos y descontrol se propaga por doquier. Cada vez está más claro que necesitan un hecho exterior al que culpar de todos sus males. Bien podría ser el caos que se ha adueñado del Aeropuerto de Barcelona por la huelga de los empleados de Eulen, la empresa encargada de los controles de seguridad, mientras los de AENA han estado muchos días mirando para otro lado, como si la cosa no fuera con ellos. «Si fuésemos independientes y eso estuviese en nuestras manos, no se produciría esta situación». En la transmisión de este mensaje durante los próximos días es en lo único que se van a poner de acuerdo los de esta casa de los líos.