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«Dret a decidir»

Derecho a decidir (qué), pregunto. La lengua de los medios de comunicación conduce hacia un continuo desplazamiento de la responsabilidad. Viene esto a cuento del uso y abuso de los circunloquios que los políticos utilizan como armas de cambio social y de manipulación manifiesta. Pero de ello no son responsables los informadores, aunque sí instrumento de propagación. «Los periodistas –como dijo Álex Grijelmo–, por pereza, usan términos inventados por políticos, economistas, sindicalistas, jueces y policías, bajo la supuesta objetividad de ser fieles a la cita». Así, con «derecho a decidir» se está falseando el concepto de derechos y se asocia a lo que deseamos –sea correcto o no– para justificar nuestras acciones. Por ejemplo, puedo decidir subjetivamente sentirme más catalán que español. Mi decisión no tiene más transcendencia que la personal.

El problema surge cuando, para justificar acciones políticas, se recurre a conceptos de connotación positiva. Porque tomar una determinación que transciende la esfera de lo individual para adentrarse en la de lo interpersonal, regulada por principios y leyes, tiene consecuencias. En efecto, con el circunloquio «derecho a decidir» se está diciendo por implicación «derecho a independizarse». Y el concepto de independencia choca con el de soberanía nacional: «La que reside en el pueblo y se ejerce por medio de sus órganos constitucionales representativos». Lo saben bien los nacionalistas. Pues el uso de «nacionalismo» para lo que en realidad es una actitud xenófoba no suena hoy tan mal tras siglos de haber considerado a la nación como algo necesario y digno. Tampoco suena mal el adjetivo «federal», propugnado por el PSOE. Proviene del verbo federar: «Unir por alianza, liga, unión o pacto». El problema está en que sólo se puede unir o federar lo que está separado. Y, descartado separatista por su claridad significativa, se opta por el principio de que lo que no se menciona no existe. De ahí la falacia de sustituir «derecho a independizarse» por el políticamente más correcto «derecho a decidir».