Política
Duelo al sol
En esta especie de «Duelo al sol», sin la grandeza de Joseph Cotten y Gregory Peck, que nos están ofreciendo a los españoles Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, el desenlace lógico del dramón político que tiene a la gente en vilo e indignada debería ser la muerte de uno de los dos contendientes o la de los dos. O sea, su retirada. No se ve otra salida. Salvo la de continuar la acción en Navidad con unas terceras elecciones. El árbitro de este duelo, que es el Rey, tiene la palabra. Él es el encargado de designar candidato a la investidura tras el fracaso de su designado. El otro contrincante ya fracasó antes, y con más estrépito. Lo extraño es que siga ahí. En vez de estar al servicio del Partido Socialista, da la impresión de que, jaleado por el pequeño círculo de sus colaboradores, se ha apoderado del mismo, se ha atrincherado en la sede de Ferraz y se dedica a enseñar los dientes a los críticos del partido, además de a Rajoy. Ante este atrincheramiento, exhibiendo la escoba, viene al caso lo que dejó escrito Pérez Galdós en los «Episodios nacionales»: «En España no se premia más que a los tontos y a los que meten bulla sin hacer nada».
Con 170 votos en el zurrón, al borde de la mayoría absoluta, no es fácil convencer a Mariano Rajoy de que, en un gesto de generosidad y grandeza, se haga a un lado y dé paso a un candidato nuevo que suscite menos rechazo que él. Es capaz, pero lo probable es que resista y al final se salga con la suya. Este gallego liberal, tranquilo y zumbón acostumbra a ganar todos los duelos. Que se lo digan a Zapatero, a Rubalcaba, a Aznar o a Esperanza Aguirre. Así que si hay que apostar por el vencedor de este singular «Duelo al sol», yo apostaría por él. Le quedan argumentos y retranca. Su gran virtud es saber esperar. Ahora espera al resultado de las inminentes elecciones vascas y gallegas. ¿Será el momento de la caída de Sánchez? ¡A saber! Sánchez se agarra al poder como una garrapata a la carne. En fin, por si sirve de aviso, remedo a Galdós:
–Muchacho, ¿qué gritan?
–¡Fuera Rajoy! ¡Viva la libertad!
–Pues atranca la puerta.
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