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Las galas que combinan la entrega de premios con la cena corren el riesgo de perderse en los discursos si los oradores se enrollan o no saben lo que dicen o son tan plúmbeos que duermen a las ovejas, que es lo que suele ocurrir cuando el político de turno toma la palabra por sus santos cataplines o por exigencias del protocolo. Por fortuna, los premiados, en sintonía con los presentadores, son tan destacados que levantan a un muerto. La Gala del Mundo Deportivo, celebrada el pasado lunes en el Museu Nacional d'Art de Catalunya, empezó bien, muy bien. El primero en hablar, Santi Nolla, director del periódico. Unas palabras de bienvenida en catalán y el resto en español. Repetidas alusiones a la unión, a la cohesión, al ejemplo que es el deporte cuando dos tipos como Xavi y Casillas descuelgan el teléfono para hablar de reconciliación y paz en tiempos de Guardiola y de Mourinho, cuando la guerra entre el Real Madrid y el Barça amenazaba con destruir a la mejor selección española de fútbol de todos los tiempos. Unión y cohesión. Ni lazos amarillos ni alusiones a presos políticos o políticos exiliados. En su turno, Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, se dirigió a los cerca de mil invitados sólo en catalán para resaltar los valores deportivos de su ciudad y felicitar a los premiados. Algunos de ellos: Lydia Valentín, berciana; Atlético féminas, de Madrid; Gary Lineker, de Inglaterra; Fernando Belasteguín, argentino; Yeray Álvarez, vasco... En su turno, Enric Millo, delegado del Gobierno en Cataluña, utilizó las dos lenguas y apellidó «Muruzuga» a Garbiñe. En el subidón final, Rafa Nadal. Todo en español. Educación y «respecte».