Lucas Haurie
El aire y los jarrones
El alcalde del pueblo granadino de Jun, Antonio Rodríguez Salas, ha alcanzado los 400.000 seguidores en Twitter. En su gabinete lo airean ufanos. Oh, el alcalde más seguido de España, que si el Instituto de Tecnología de Massachusetts, que si la influencia y la penetrabilidad, que vaya con el palabro. De los logros más celebrados del regidor cibernético en las redes consta la retransmisión en directo de su propia boda, mensaje a mensaje. Los suspiros, los besos y los gorjeos son aire y van al aire. La socialdemocracia europea varó hace cerca de un cuarto de siglo, con la caída del Muro de Berlín. A la sencilla orden de «ya» de Francis Fukuyama, el fin de la historia, el socialdemócrata no ha respondido con una antítesis hegeliana. Donde hubo adoquines y mares ahora sólo quedan cielos y eslóganes. De lo sólido a lo evanescente, del mineral al flúor dental. La socialdemocracia se debate entre volátiles tuits y el forjado de calzaderas. Del alcalde de Jun a la presidenta de la Junta, Felipe González ha venido a emular al Bartleby de Herman Melville al hablar de Susana Díaz en Canal Sur. «Preferiría no hacerlo», vino a decir. El ex presidente, sólido como un jarrón chino, se enciende como un farol cuando se le pregunta sobre la actualidad y no elude arrestos al deshilachar las ocurrencias de la nueva izquierda y esa forma de arengar a las masas: tuit a tuit, aire con aire. Quien sirva sólo presidente es probable que tampoco sirva para eso, vino también a decir Felipe. Distinto a lo que Alfonso Guerra respondió cuando Ana Pastor le preguntó en 2011 si España estaba preparada para tener como presidenta a Carmen Chacón: «Claro que España está preparada, quien tiene que estarlo es la presidenta».
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