Martín Prieto

El año de la peste

La crisis que nos aflige data de 2008 y se estima abandonar el ciclo pestífero hacia 2014. Fue más cruel y está rodeada de circunstancias históricas guerreras que el crack bursátil de 1929, pero es inevitable asociarlo con lo que nos está pasando. También el presidente Herbert Hoover no vio el derrumbe de las Bolsas y no movió un músculo confiado en que el mercado lo reordenaría todo. Su sucesor, Roosvelt, afrontaba una tarea ciclópea para la que no bastaban el «New Deal» y las charlas radiofónicas junto al fuego para consolar a los que habían perdido sus casas; sabía que la salida era participar en la II Guerra Mundial y por eso hay tantas sospechas de que toleró el raid de Pearl Harbour para sacar a los estadounidenses de su apatía aislacionista. Cuando era filocomunista John Steimbeck escribió «Las uvas de la ira» sobre aquellos tiempos que se reflejan en los nuestros. Al final de un éxodo de desamparados a viñar en California una joven pare un hijo muerto y da su leche a un anciano moribundo por inanición. Los pobres sólo han de esperar algo de los miserables, como hoy se come en «Cáritas». Los demoscópicos nos dicen que el Partido Popular ha perdido 8 puntos y, aun así, supera al PSOE en 6. Tras este año de penurias el resultado me parece óptimo para Mariano Rajoy que ha afrontado un paisaje apocalíptico sin dejarse caer en el rescate que tanto se le ha solicitado y que le habría librado de muchas responsabilidades que pasarían a ser europeas. Nadie le restará valor al presidente Rajoy, que sabe como cualquiera que no se logran aplausos y adhesiones ofreciendo sacrificios o repartiendo demagogia como el francés Hollande al que han desconstitucionalizado el impuesto a los ricos que también reclamaba Rubalcaba. Colocar en sus vías una locomotora descarrilada exige mucho sudor humano. El año que despedimos tiene su mejor recuerdo un poco antes: un 20 de noviembre. ¿Se imaginan ustedes qué sería de este país si los españoles no hubieran dado un vuelco electoral finiquitando la gobernanza de los buenistas?