Carlos Rodríguez Braun

El BCE y el futuro del euro

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El debate sobre el socorro financiero de las haciendas públicas por parte de los bancos centrales elude por regla general la consideración de dos realidades. En primer lugar, eso es exactamente lo que hacen: de hecho, los bancos centrales fueron creados por los estados precisamente para eso, para facilitar su financiación. Dirá usted: pues si ya lo hacen, que lo hagan más, ¿no? Pues aquí entra en acción la segunda realidad: los bancos centrales son bancos, perdón por la redundancia, y, por tanto, tienen balances, con su activo y su pasivo. El activo, como el de cualquier otro banco, son los créditos que ha concedido, créditos en donde el sector público cumple un papel fundamental, por la adquisición de títulos de deuda pública, bien directamente, o bien indirectamente mediante la financiación facilitada a los bancos, que a su vez colocan esos fondos en deuda pública. Y ahí radica el problema, en la medida en que los activos se deterioran, que es precisamente lo que ha ocurrido en la crisis, primero con los activos privados, cuyo valor hemos visto derrumbarse, y luego con los activos públicos, puesto que la deuda de los estados, otrora calificada como de riesgo prácticamente nulo, ahora suscita preocupación en algunos casos, una preocupación plasmada en la subida de sus rentabilidades y de la prima de riesgo. El peligro más grave es que se sustituya una burbuja de crédito privado por otra de crédito público. Dirá usted: la cosa no es tan ardua. Puede que tenga razón, pero hay dos circunstancias que avalan el recelo: una es, justamente, el enorme crecimiento de la deuda pública; y la otra es el retraso en la recuperación de varias economías, como la española. En estas circunstancias es razonable que algunos bancos centrales empiecen a tentarse la ropa a la hora de emprender sin freno «expansiones cuantitativas». Porque resulta que el BCE no sólo tiene un activo. También tiene un pasivo del que es único responsable, y cuyo deterioro podría causar un daño nada insignificante. Ese pasivo es el euro.