Toni Bolaño
El bucle
No hay nada como tener al personal entretenido. El Parlament ha votado de nuevo sobre el derecho a decidir. Esta vez pactado con el Estado. De hecho, el texto es el mismo que se votó en el Congreso, que poco, o nada, tiene que ver con la declaración soberanista del Parlament. Estamos inmersos en el gran bucle que nos hace olvidar las penas de este mundo. Eso sí, seguimos sin presupuestos y a Mas pendiéndole la espada de Damocles, perdón de Junqueras, sobre su cabeza. Mas Colell busca la manera de pedir más dinero al FLA. Cual llanero solitario, ERC salió en su ayuda reclamando la insumisión fiscal. Con amigos como estos no hacen falta enemigos, debió pensar el conseller. ¡Qué insumisión, ni qué ocho cuartos, si los bancos están cerrados para la Generalitat! A pesar de todo, la vida sigue. El bucle también. Nuestro conseller de presidencia, Francesc Homs, se afana en recordarnos que toda la culpa es de la pérfida Madrid. Los funcionarios volverán a ser las víctimas propiciatorias. La Generalitat barajó despedir este año a 20.000 trabajadores públicos. Para que no decaiga el ánimo, espionajes, peticiones de dimisión, hijos de Pujol que legalizan grandes fortunas a la sombra de la amnistía de Montoro y otras tribulaciones amenizan el tedio general. Si alguien se atenaza por la incertidumbre, le dicen que vivimos un momento histórico que el Parlament se encarga de avivar de forma grandilocuente volviendo a decidir sobre el derecho de decidir. Me encantaría que sus señorías, el Govern, el socio de Govern en la oposición y la oposición decidieran algo que aportara soluciones. Tanto hablar de los catalanes que se olvidan de ellos. Es lo que tiene el bucle.
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