Alfonso Ussía
El cartel
Me ha parecido precioso el cartel electoral de Otegui. Ideal. Otegui posa con naturalidad. De medio cuerpo, manos en los bolsillos y una sonrisa arrebatadora como la de Miléne Demongeot, la bellísima actriz francesa que protagonizó «Fantomas». La señorita Demongeot era tan guapa como mala actriz, lo cual carece de importancia porque la historia del cine está muy habitada por bellezas deslumbrantes con probada incapacidad para interpretar a un personaje, por innecesario que sea. En España tenemos a Pe, con una diferencia respecto a Demongeot. El deslumbramiento físico que Miléne transportaba allá donde fuera, en el caso de Pe es mucho más modesto. Por otra parte, la voz de Demongeot es susurrante, aterciopelada y agradable en su entrada por las orejas de los cinéfilos, en tanto que la de Pe, bueno... ¿para qué seguir?
El fotógrafo que ha hecho el cartel de Otegui ha conseguido el morboso impacto de la bisexualidad. Otegui es hombre excepto en los labios, que ya he escrito que me recuerdan a los de Miléne Demongeot, la bellísima actriz francesa que protagonizó «Fantomas». Nuestra Pe no había nacido en el tiempo que se rodó la referida película. Cuando Miléne Demongeot exprimió todo su talento en el rodaje de «Fantomas», Pe era aún un proyecto de vida y Alcobendas tenía aire y estructura de pueblo. Creo que he escrito en el párrafo anterior que la voz de Pe, bueno...¿para qué seguir?
Grandes dimensiones en el apellido «Otegi», que en tal caso, se pronuncia «Oteji» en español. Letras multicolores. Tramos verdes, amarillos, azules y rosas. Ninguna presencia del rojo que recuerde la sangre de los inocentes asesinados. Vana estrategia. En «Fantomas», Miléne Demongeot aparece con un escote acusadísimo pero muy bien medido. En «Jamón jamón», Pe, infinitamente más generosa, se muestra tal como es. Prefiero el escote acusadísimo. Cuando un señor le pregunta a Miléne si desea una copa de «champagne», ella, con la voz susurrante y aterciopelada le responde afirmativamente. En «Jamón, jamón», Pe no para de gritar, y como creo haber escrito previamente la voz de Pe, bueno... ¿para qué seguir?
Los mensajes del cartel electoral de Otegui son fruto y consecuencia de la genialidad publicitaria. «Zelaira itzuli eta onena emateko unea da». Se lo traduzco a los votantes de Otegui de la Palma del Condado, Sanlúcar de Barrameda, Madrigal de la Vera y San Pedro de Alcántara. «Es el momento de volver al campo y dar lo mejor». Símil futbolero. Mucho ingenio reunido. Sigue: «Jokoaren ikuspegia. Ahalegina. Talde lana. Intuizioa. Emaitzak». Se lo traduzco a los partidarios de la candidatura de Otegui a las elecciones vascas, Iglesias, Errejón, Monedero, Garzón, Verstrynge, Echenique, Pisarello y Sánchez y Batet: «Visión de juego. Entrega. Trabajo de equipo. Intuición. Resultados». Adviertan que la genialidad no decae en el mensaje. Se agiganta. El deporte y la labor de equipo ante todo. «Ehbildu» recuerda en el faldón posterior, como la traca final de los fuegos artificiales de La Concha. Esa entrega la demostró con holgura Miléne Demongeot en la película «Fantomas». Se entregó de cuerpo y alma a su trabajo, y aunque lo hizo mal, a mí se me antojó un trabajo atractivísimo. Vi la película, precisamente, en el cine del Monte Igueldo, que la ofrecía en versión original. De no haber sido así, no podría elogiar el terciopelo de su voz. Me falla la memoria y me aburre con solemnidad repasar este texto. Por ello, y para evitar el olvido, me atrevo a establecer una comparación somera entre la voz de Demongeot y la de nuestra Pe, que bueno... ¿para qué seguir?
Cuando se tira a la basura el dinero público confeccionando un cartel electoral anunciando a un individuo que no puede presentarse a la elección, el artículo a escribir acerca de ello no es de fácil construcción ni argumento. Hay que procurar que el texto responda exactamente al surrealismo del cartel. «Vota a Otegui que no se presenta». Adivinarán los lectores el truco de Miléne Demongeot, que estaba buenísima en «Fantomas», y lo escribo a sabiendas del grave delito que cometo. Las mismas posibilidades tiene Otegui de ser «Lehendakari» de los vascos, que Miléne Demongeot, la actriz de «Fantomas». Y las mismas igualmente que nuestra Pe, que, en mi opinión, es tan mala actriz como Miléne, la diosa rubia de la voz de terciopelo. Porque la voz de Pe, bueno, ¿para qué seguir?
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