José Clemente

El Corredor llega al Levante

Nada podría perjudicar más los intereses españoles que la consolidación de una Europa de dos velocidades, la existencia de una Unión con distintas varas de medir, según se trate del norte o del sur, una UE con diversas fiscalidades, desarrollos dispares en lo económico o en las infraestructuras, con oportunidades diferentes para sus ciudadanos y, por tanto, desiguales ante el futuro y los retos que nos plantea el nuevo siglo. En suma, nada dañaría más a los europeos de la vertiente atlántica o mediterránea que la consecución final de un proyecto que admitiera en su seno a europeos de primera o de segunda categoría, porque esa UE, en los tiempos que corren, «tendría los días contados», como asegura el presidente del Comité de las Regiones (CDR), Ramón Luis Valcárcel.

Por eso, acortar las distancias es el mejor camino para la reciprocidad, y las nuevas tecnologías lo posibilitan, pues como bien decía el sociólogo Marshall MacLuhan en su «Aldea global», un mundo más al alcance de la mano es imparable y necesario, de ahí que sea una buena noticia que esta semana se haya anunciado que las obras de construcción del trazado ferroviario del Corredor Mediterráneo entre Valencia y Almussafes saldrán a licitación antes de verano, y que el tramo entre Valencia y Cartagena, pasando por Alicante y Murcia, lo hará en el siguiente semestre, con el objetivo de concluir la construcción en 2016, tal y como tiene previsto el Ministerio de Fomento.

El presidente murciano y del CDR, Ramón Luis Valcárcel, que ya el pasado mes se reunía con el vicepresidente de la Comisión Europea y comisario de Transportes, Siim Kallas, ha exigido en varias ocasiones «todos los esfuerzos posibles para que, a pesar de las dificultades presupuestarias, las dotaciones a las redes transeuropeas se mantengan y, por tanto, las del corredor del litoral español» que atraviesa todo el Arco Mediterráneo. Un área socioeconómica que representa «el 54 por ciento de la población y del PIB español, con una fuerte influencia en el sector turístico, gran capacidad exportadora y principal productora de frutas y hortalizas de Europa, además de centro logístico de primer orden que permite conectar todos los puertos mediterráneos donde llegan las mercancías de Asia, África y Latinoamérica», según la consejera de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente de la Comunidad Valenciana, Isabel Boning.

La buena noticia se produjo en el marco de la reunión que esta semana concentraba en Murcia a un centenar de empresarios, dirigentes camerales y los alcaldes de Murcia y Cartagena, Miguel Ángel Cámara y Pilar Barreiro, respectivamente, y que, como bien recordó el consejero, Antonio Sevilla, «ha ejemplificado la unión de las dos comunidades autónomas y los ayuntamientos para conseguir que el Corredor conecte al Levante español con el centro de Europa». La inversión prevista es de 1.400 millones de euros y adelanta la construcción de ese trazado en al menos diez años. El proyecto permitirá, según Sevilla, que el puerto de Valencia esté conectado en 2015 con un ferrocarril de ancho internacional a través de un tercer carril, que es mucho más rápido, porque sería trabajar sobre una infraestructura ya existente. Un año más tarde, en 2016, serán Alicante, Murcia y Cartagena las que se unan a la red, que deberá seguir su trazado hacia Lorca y Almería y, más adelante, recuperar la conexión con el resto de Andalucía por Baza y Granada hasta completarla por la costa con Algeciras. La iniciativa fue bien recibida por el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, y el Comité de las Ciudades que agrupa a las capitales de un lado y otro del Pirineo.

De la importancia estratégica de conectar vía Corredor Mediterráneo las zonas productoras de frutas y hortalizas de Almería, Murcia y Alicante con el resto de Europa hablan sus cifras. Este sector movió el pasado año, según el representante del Ferrmed, Ángel Martínez, cerca de cuatro millones de toneladas de productos hortofrutícolas y otros seis millones de toneladas de fruta, lo que suma un total próximo a los diez millones de toneladas, o el equivalente al 85 por ciento del total exportado por España en estos productos.

Los principales consumidores de esas frutas y hortalizas fueron Alemania (2,6 millones de toneladas); Francia (2,1 millones de toneladas); Reino Unido (1,2 millones de toneladas); los Países Bajos (970.000 toneladas); Italia (666.000 toneladas) y Polonia (577.000 toneladas). Por eso las exportaciones españolas no sólo amortiguaron el mazazo de la crisis, sino que se incrementaron. Y, por eso mismo también, el Gobierno español y los dirigentes territoriales otorgan a esta infraestructura la consideración de «prioritaria».