Alfonso Merlos

El cortijo y el robo

¡Tiene curro, señora Díaz! La cifra es tan espectacular como innoble. Que el manejo de 800 millones de euros tenga justificación dudosa nos lleva a una doble conclusión. La primera, que la Junta de Andalucía ha funcionado como un cortijo en el que la pasta ha circulado de forma chapucera, descontrolada, tercermundista. La segunda, que ante un volumen presupuestario tan disparatado moviéndose de aquí para allá, el virreinato de los socialistas en el sur de España ha propiciado que en los aledaños del partido del puño y la rosa unos cuantos se lo hayan llevado calentito.

La primera lectura nace ciertamente de la ingenuidad. La segunda es más realista y de ella se deriva que, a tenor de lo que apunta la Cámara de Cuentas, aquí puede haber delitos como un piano. Así que, ¿para qué esperar? ¿No decía la actual presidenta que iba a contribuir a limpiar toda la porquería que se había ventilado bajo los mandatos de Chaves y Griñán? ¡Manos a la obra! ¡Venga, mujer! Porque ésta, aunque en muy poco tiempo, es la enésima prueba del algodón que se le pasa al PSOE falsamente regenerado que hoy asienta sus reales en el Palacio de San Telmo. El que apenas echa un cable a la investigación del atraco de los ERE, el que sigue regando de ayudas y subvenciones a UGT con una manguera de generoso diámetro y longitud, el que denuncia exclamativamente que hay un complot del PP para acabar con la reputación de la izquierda.

Dejémonos de paparruchas. La falta de transparencia y la corrupción política, en democracia y bajo la implacable mirada del Estado de Derecho, o se las combate o se las promueve. No hay camino intermedio. Usted verá, doña Susana, si está en disposición de pasar de las palabras a los hechos. Si lo hace, recuperará la credibilidad que está dejando correr por el desagüe. Si no, probará que –lejos de poder heredar como algunos piden el trono de Rubalcaba– no pasa de ser un bluff: un producto de usar y tirar malvendido por el marketing progre.