Ely del Valle
El cuento y el embudo
En este país de nuestras entretelas, ni un solo presidente del Gobierno –ni siquiera Calvo Sotelo que tuvo que escucharlo de boca de senadores suaristas– se ha librado de que se pida su dimisión, y estaba claro que Rajoy no iba a ser la excepción.
Ayer, la intervención de Rubalcaba en el Congreso, aparte de ser un brindis al sol –nadie en su sano juicio puede pensar que en el ánimo de Rajoy esté la intención de coger el portante– vuelve a demostrar la diferencia de rasero que unos y otros utilizan dependiendo de si el marrón es propio o ajeno. Si Rubalcaba pide dimisiones por el incumplimiento del programa electoral de los populares, debería haber hecho lo mismo cuando era él quien se sentaba a la diestra del padre Zapatero y se recortaron las pensiones; si la pide por el «caso Bárcenas», su particular embudo es todavía mas llamativo porque debería estar precedida de una petición similar para el presidente de la Junta de Andalucía, que si no me equivoco anda involucrado en un presunto tejemaneje de dineros distraídos. La diferencia estriba además en que, mientras que el asunto de los sobres salpicaría a un partido político, el caso de los ERE implicaría a un Gobierno, el andaluz, lo que en mi humilde opinión no tiene perdón posible. Malo –fatal– que un partido se reparta sus dineritos a espaldas del fisco, pero es mucho peor que un Gobierno, elegido por los ciudadanos, atraque a los parados para engordar el bolsillo de los amiguetes. La estrategia del PSOE pasa evidentemente por incitar a la confusión entre PP y Gobierno, que no es lo mismo por mucho que se empeñe, pero aunque sí lo fuera, poca credibilidad tiene quien pide para los demás el cuento que ni él ni los suyos están dispuestos a aplicarse.
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