El engaño republicano

La racionalidad se impone. La algarada callejera contra la Monarquía mediante la que algunos pretendían, o pretenden, reventar la normalidad y estabilidad derivadas de la Constitución de 1978, va de capa caída. E irá a menos. La inmensa mayoría de los españoles representados por el PP, PSOE, UPyD, Foro Asturias y demás así lo decidirán en los pasos del proceso. Por más convocatorias de «rodea el Congreso» que haya por parte de la «Coordinadora 25S», la Ley debe cumplirse y sólo la mayoría podría plantear la modificación. ¿Cuántos componen la citada Coordinadora? Un puñado ínfimo respecto a los 45 millones de españoles.

Es curiosa la propuesta que me hacía ayer mi amigo Rogelio a favor de una campaña explicativa de lo que es la República, especialmente para todos aquellos cuyo objetivo no es siquiera un sistema como Francia, Alemania o Estados Unidos. No, sus pretensiones son una República que impida gobernar a la derecha. Piensan que la República es una permanencia ininterrumpida de la izquierda, cuanto más radical ésta sea, mejor. Como ejemplo, la encuesta realizada por el programa de Wyoming sólo entre quienes se declaraban republicanos a ultranza: «¿prefiere a Felipe VI o una República gobernada durante ocho años por Aznar?». Todos eligieron al actual Príncipe. Aleccionador. Una buena parte de los alborotadores, no todos porque hay quien actúa con espíritu democrático, están movidos por el sectarismo, por el odio, porque no ven adversarios políticos, sino como enemigo a abatir. Ya sucedió en España. Y de es precisamente de lo que debemos huir, borrar para siempre. Engañan conscientemente al identificar República con Democracia. Estamos ya en democracia, se restableció precisamente con la Monarquía.

Debo expresar aquí mi aplauso al secretario general de los socialistas valencianos, Ximo Puig, a quien le recriminaba el jueves su moción a favor de abrir debate sobre el sistema constitucional, por anunciar taxativamente que votará a favor de la proclamación del nuevo Rey. Así es la vida.