M. Hernández Sánchez-Barba

El estatuto de la Historia

La Razón
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La Historia es, básicamente, investigación de la realidad vital, social e ideal de los hombres en el tiempo. Lo cual no es una redundancia. No es una redundancia, sino la comprobación científica de que algo tan importante para los hombres implique una investigación de las relaciones humanas mediante el esfuerzo para describirlas, comprenderlas y explicar el proceso que ocupan en el pensamiento historiológico, así como la atribución de valores en torno al proceso dinámico del que forman parte.

Conseguir todo ello no es nada fácil, pero en todo caso es necesario referirlo a un Estatuto Científico. El hombre que desea conocerlo todo quiere, ante todo, conocerse a sí mismo, conocer todas las «cosas» que le acompañan. El conocimiento es imprescindible y a él sólo se accede por la investigación. Desde el momento en que el historiador constituye la «hipótesis de investigación» quien investiga tiene una preocupación: cuál será la posibilidad de alcanzar las conclusiones. Ello es así porque el tiempo en el que está instalado el investigador no es el mismo de lo investigado y, en consecuencia, siempre se está bajo la sensación de anacronismo.

La Historia de las Mentalidades, por ejemplo, en el plano de la investigación histórica ocupa una posición de enorme interés, con infinitas posibilidades de comprender zonas que siempre quedan oscuras en las investigaciones históricas. Hago mención a una reciente serie histórica publicada por Edition du Seuil, de París, en 1985, que la prestigiosa editorial Taurus ha publicado en España. El tomo II, «De la Europa feudal al Renacimiento», incide en lo que bien pudiéramos considerar el «Estatuto de la Historia» sobre las Mentalidades expresado por Georges Duby, quizá el historiador más importante sobre las «Mentalidades». En setecientas páginas de deslumbrante investigación en relación con la «vida privada» se analizan las fuentes desde el año mil hasta mediados del siglo XIV, en el que se produce una inflexión profunda con perturbaciones muy hondas en el proceso histórico; no es el menor de ellos la terrible peste bubónica que los barcos de Oriente llevaron a Occidente, con las ratas negras portadores de la «muerte negra».

La inflexión del siglo XIV permitió a los artistas y literatos, pintores y escultores, entrar en el «realismo», transcribiendo exactamente lo que se veía o se pensaba. Ello explica cómo en el proceso renacentista juega de una manera enorme la «privacy» y un largo ensanchamiento de la individualidad desde el siglo XII, renacimiento romántico, al XIII, renacimiento gótico, al XIV, renacimiento humanístico. La narración histórica tradicional estima que este acceso a la «privacidad» tomó conciencia en la sociedad victoriana británica, entendida como la vanguardia de una cultura burguesa.

Las páginas de Georges Duby pueden considerarse el acceso a un «Estatuto Histórico» de las Mentalidades, relativo a lo «privativo» en la intimidad de las cocinas, la bodega, los cofres. O, en otra dimensión, las alcobas, los aseos de los niños y los baños. El interior de la intimidad de las casas señala la emergencia de la individualidad que los colaboradores de Duby destacan en las «fuentes accesibles» hasta la emergencia de la Intimidad del ser humano, sin necesidad de hacer referencia explícita a cantares de gesta, ciclos caballerescos y romances líricos. Sino que, por el contrario, el índice hace explícita referencia a «Cuadros», «Ficciones», «Problemas», hasta llegar a la emergencia del individuo y con ello la situación de soledad que es vía de aproximación a la Intimidad. En ella, lo privado, alcanza un máximo todavía más profundo en los espacios privados de la casa. En consecuencia, por la vía de la «privacidad», la historia de las mentalidades consigue la aproximación a la conciencia íntima, en la experiencia del pasado.