José Luis Alvite
El estilo Rajoy
El presidente del Gobierno se encuentra en una situación complicada e incómoda en la que cualquier decisión que tome va a resultar discutible. Yo no he dudado nunca de su honestidad, pero mucho me temo que por culpa de no resistirse a las malas compañías va a conseguir algo sorprendente: Que le salpique su propia decencia. Es lo que sucede cuando al limpiar una mancha en la ropa de otro nos encontramos con que la mierda de la dichosa prenda se ha pasado entera a nuestras manos. Entre las opciones a estudiar, supongo que a Mariano Rajoy le queda el recurso tópico de revestirse del carácter tranquilo de su proverbial galleguidad y esperar acontecimientos, confiando en que el desgaste de quienes le atacan sobrevenga antes que el suyo propio. Si alguien se equivoca al decir el lunes que mañana será domingo, puede echar mano de la paciencia y esperar a que llegue el sábado y tenga entonces razón al insistir en su idea, como un reloj que habiéndose parado a las diez, acertará con precisión cuando hayan pasado doce horas desde que se detuvo. ¿Hará eso el presidente del Gobierno? ¿Se reafirmará en su silencio y esperará acontecimientos? Ahora mismo está recibiendo el azote de la marejada, pero sin duda sabe, como los percebeiros, que el peligro de las olas remite cada vez que baja la marea. Su caso es el de un hombre parsimonioso y comedido que tiene la virtud de la paciencia gracias a padecer el defecto de cierta falta de carácter. A mi me da la impresión de que Rajoy no va a perder la compostura, esa cualidad que en él tanto se parece a la indiferencia. Su estilo es el del tipo que va a la estación sin prisa, pensando en la suerte que a veces supone perder el tren. O el de quien cree que podría apagar las llamas del incendio con el sudor que le produce el fuego.
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