Relevo en Andalucía
El fin del régimen socialista en Andalucía
No hay ninguna duda de que estamos ante un acontecimiento histórico que irrita profundamente a la izquierda política y mediática. Tras más de tres décadas de hegemonía se ha acabado el gobierno socialista en la Junta de Andalucía. La alternancia política siempre es positiva, aunque la izquierda lo lleva mal porque considera que es la única legitimada para gobernar. Es la idea tan absurda como inconsistente de su superioridad moral y su falso progresismo que hace, por cierto, que una gran mayoría de periodistas abracen las ideas de izquierdas, incluso las más radicales, porque queda muy mal ser de derechas. No es guay.
Lo mismo sucede con los pijo progres del mundo de arte, la literatura, la universidad, el cine o la música donde los triunfadores nadan en la abundancia pero se sienten muy solidarios con las clases trabajadoras entre las que, que por cierto, un importante sector vota al PP. No hay más que ver la extracción social de algunos dirigentes socialistas y comunistas que desde su origen en las clases medias o altas se han sentido siempre muy revolucionarios.
He de reconocer que siempre he sentido debilidad por este tipo de revolucionarios que han podido estudiar sin trabajar o a los que sus “papis” les enviaban a universidades privadas o centros adscritos, porque no les daba la nota para ir a las públicas. Y qué decir de los tenían la suerte de hacer sus posgrados en carísimas universidades extranjeras o incluso cruzar el charco para sufrir los rigores del capitalismo estadounidense. Me encantan los progres de izquierdas que se enriquecen gracias a la tontería de los ricos capitalistas. Esa “gauche caviar” es deliciosa. En este caso siempre me viene a la memoria la mujer de un conocido escritor comprometido con el comunismo que le preguntó a un familiar si le podía dar el teléfono de su jardinero y le contestó que era su marido. Era muy de izquierdas pero vivía mucho mejor que esa clase social a la que criticaba en sus novelas aunque le gustaba mucho emular en su vida privada.
El terremoto en Andalucía es enorme, aunque Moreno lo tendrá muy difícil porque el PSOE tiene muy mal perder. Nada que nos tenga que sorprender. Los del PP son unos canelos y lo demostraron tras las victorias de 1996 y 2011. Nada que ver con lo que hicieron los socialistas cuando ganaron o pasaron a la oposición. Es su imagen de marca. Y pueden actuar con impunidad porque saben que cuentan con la aquiescencia de los medios de comunicación y dejan infinidad de estómagos agradecidos en las administraciones, ya que actúan como una eficaz máquina de colocación de amigos, dispuestos a dinamitar desde dentro a los tontorrones del PP. No hay que olvidar que la izquierda siempre asalta del poder con una voracidad sin límites y sobre todo sin pudor. Y una vez más una gran parte de los medios de comunicación aplauden la llegada de los gobiernos bonitos mientras que aquellos que no están de acuerdo acostumbran a ser complacientes no sea que les llamen “fachas” o “ultras”. No hay un mejor bálsamo para lograr la simpatía de un periodista que no sea de izquierdas que decirle que “no pareces de derechas”.
Lo sucedido en Andalucía es escandaloso y muy poco democrático. Las manifestaciones estigmatizando a los que han ganado las elecciones, porque en un régimen parlamentario gana quien gobierno, o Susana Díaz acusando a Moreno con pactar con los herederos del franquismo muestran la cara más fanática y sectaria de la política. Todo vale y lo están demostrando estos días. Desde que la moción de censura de Sánchez consiguió su objetivo se puede comprobar cómo se suceden los incumplimientos y los escándalos, pero no importa porque no gobierna el PP. No hay más que preguntarse qué sucedería si los protagonistas fueran populares en lugar de socialistas.
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