Julián Redondo

El gato

La Razón
La RazónLa Razón

El «perro» Higuaín sale a gol por partido en el Nápoles. Si hoy fuera la entrega de la Bota de Oro sería para él. El «gato» Benzema posee el olfato más fino de Europa: acierta con la portería cada 71 minutos. El «fichaje» Adebayor está en el Crystal Palace y ni juega ni marca: cero. Recordará el togoleño su paso por el Madrid en 2011, a petición de Mourinho, que no confiaba en el francés y dudaba de la recuperación del argentino. En su corta estancia, el apósito que llegó del City logró 8 tantos en 22 partidos. Se esforzó, pero no consiguió dar la razón a su mentor.

A Higuaín le fastidió una hernia, a Benzema, el entrenador. Le menospreció, no creía en él, pese a su capacidad para desplegar un fútbol de altísima escuela, a su técnica depurada, a su visión de la jugada, a la solidaridad con el compañero que siempre exhibió... Pero no marcaba los goles que el entrenador soñaba. Y le condenó.

Una parte del Bernabéu, la más afín al técnico que ahora sufre la competencia de Pochettino para desembarcar en el Manchester United, su sueño desde antes de que Ferguson anunciara su jubilación, le detestaba, como a todo aquel señalado por el dedo del ínclito «Mou». Pero igual que quien aprende a montar en bicicleta jamás se olvida, las virtudes balompédicas de Karim, ahora contrastadas con el gol, resplandecían. Los más cariñosos con él le disculpábamos porque no era un «9» al uso; hoy tampoco lo es, pero afina tanto que lo parece. El único problema de este gato con garras de tigre, es que más allá de los terrenos de juego la neurona le patina. Es un buen chico con un don especial para meterse en líos. Valls, el primer ministro francés, le habría desheredado. Pero cuesta, porque con la pelota es muy bueno.