Martín Prieto

El genocidio americano

La Razón
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Hace millones de años acudí un 12 de octubre a la Embajada de España en Buenos Aires atendiendo a la recepción por la Fiesta Nacional. La vereda de la entrada estaba tapizada de cristales rotos. Intrigado, pregunté al Embajador: «Nada, que han venido los indios a devolvernos los espejitos». Al menos tenían sentido del humor, aunque luego la custodia argentina de la Legación informó que la demostración había sido obra de una patota (pandilla agresiva) de las juventudes peronistas integrada por muchachos de raza blanca. La conquista de América por una minoría étnica, tecnológicamente más avanzada, no pudo tener éxito con la oferta de espejos y ornamentos baratos: se usó la fuerza como en todas las colonizaciones. Pero sostener que los españoles cometieron genocidio en América es una miseria moral propia de desgarramantas intelectuales muy por debajo del analfabetismo funcional y propio de quienes no han pisado jamás el Nuevo Mundo. Llega la osadía de estos pelagatos biempensantes a asegurar que la civilización Maya desapareció bajo los caballos españoles, cuando tan misteriosa evaporación fue precolombina. Camino del lago Titicaca me detuve en las ruinas abandonadas del Tiahuanaco, donde mujeres y niños quechuas y aymaras me corrieron a pedradas, siendo aquella también evaporada civilización anterior al Incanato y por tanto desconocida para los conquistadores. El subcontinente de la América hispana es un fenómeno de mestizaje único en el mundo. Por años las españolas no tuvieron acceso a nuestras Indias y los conquistadores no hicieron ascos a las nativas engendrando cholos en lo que para estos pelafustanes sería un genocidio sexual, erótico o sicalíptico. La Argentina independiente, en la conquista del desierto, exterminó desde los indios Pampas a los Ona de Tierra de Fuego, y en el norte los anglosajones y otros europeos redujeron a los amerindios para abrir territorios a los colonos blancos, confinando a los supervivientes en reservas que aún perduran. Los españoles no levantaron ningún campo de concentración a menos que se tengan como tal las benevolentes Reducciones de Misiones y Paraguay donde evangelizaban en lengua materna con lo que los paraguayos tienen el guaraní como primer idioma oficial, por delante del español. ¿Por qué el presidente Evo Morales, un indígena puro, ni habla ni entiende del genocidio de Ada Colau? La madre patria ya sólo se entiende en Hispanoamérica.