Cristina López Schlichting
El imposible centro
Con Oriol Junqueras y Carles Puigdemont animando a la gente a echarse a la calle y los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado intentando evitar el referéndum delictivo, hay poco margen para ponerse de perfil. Y se nota mucho cuando se hace. Esto es como el maltrato, no cabe equidistancia. Todos tenemos matices con respecto a casi todo, pero cuando el agresor actúa, hay que ponerse en medio y defender a la víctima. El Parlament ha sido cerrado por los independentistas después de que Juntos por el Sí y la CUP hayan conculcado las leyes autonómicas y nacionales, las reglas de la cámara y los derechos de la oposición. Frente al Estado de todos, que intenta salvaguardar el derecho y las libertades, una horda se echa a las calles. Y escribe Ada Colau en twitter: «Ante la deriva autoritaria del estado, el ayuntamiento está al lado de las instituciones catalanas en la defensa del autogobierno de Catalunya». La alcaldesa de Barcelona pretende no haberse sumado a la rebelión. Reitera que ella no cede locales, pero que irá a votar. No sé qué pensarán los jueces, pero yo reconozco con claridad que está alentando a la sedición. Y denuncio aquí que los autoritarios son los que se inventan sus leyes, transgreden las existentes y aplastan a la oposición.
No se puede estar «un poquito» con el que maltrata y «un poquito» con quien recibe palizas. Ése es también el problema del PSOE y del PSC. En el mismo partido militan Borrell e Iceta. Felipe González y Sánchez. ¿Cómo es posible que el comunicado de Iceta de ayer apele constantemente a un lado y a otro? ¿A que los independentistas paren el golpe y el Gobierno negocie? ¿Cómo puede equipararse una y otra cosa? Por eso en estos momentos no hay postura unívoca en este partido sobre el eventual uso del artículo 155 de la Constitución. Por eso los socialistas se han negado a apoyar la iniciativa del Congreso para dar respaldo al presidente de la nación.
Estamos en momentos de patriotismo esencial. De apoyo al Estado de Derecho –o no–, de respaldo a la Constitución y la ley –o no–, de solidaridad con la mayoría de los catalanes frente a los golpistas –o no–, de unidad con el presidente y con los cuerpos y fuerzas de seguridad –o no–. Me temo que Ada Colau ha elegido de qué lado está, eso no me extraña. Lo que me extraña es la búsqueda socialista de un centro imposible en un momento gravísimo para la democracia. Me pregunto qué piensan sus votantes andaluces, valencianos, castellanos... qué piensan sus alcaldes en Cataluña, perseguidos por las calles.
Para quienes viven de su imagen, cultivan las encuestas y actúan a golpe de efectividad, es momento amargo. Porque no se puede contentar a todos, porque no se puede apostar por los grises, porque hay riesgo y mucho que defender. La vida, a veces, no te deja espacio de centro.
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