César Lumbreras
El jamón de Obama
El presidente Obama se ha marchado a EE UU con un jamón de cerdo ibérico y bellota, un porta jamones y un cuchillo adecuado para realizar el corte. Todo ello, cortesía de Mariano Rajoy. Se supone que el pernil habrá llegado a su destino y que en la aduana de Washington no habrán puesto al perro olfateador a revisar el equipaje presidencial. Se supone también que los de Presidencia del Gobierno habrán cuidado hasta el último detalle y que el jamón procederá de una de las empresas homologadas para exportar estos productos. Habrá que felicitar también a los de Moncloa, que han elegido con tino el regalo, aprovechando para promocionar el que se puede considerar como producto emblemático de España y su gastronomía. Esta anécdota me ha traído a la memoria otra protagonizada por el francés Jacques Delors, que fue presidente de la Comisión Europea en los 80, coincidiendo con la entrada de España en la CEE, y al que Felipe González regaló en varias ocasiones el mismo producto. Como entonces estaba prohibida su entrada en territorio comunitario, Delors encargaba cortar la pata en una operación de camuflaje. Tampoco me imagino a los aduaneros belgas revisando el equipaje del entonces presidente de la Comisión. Volviendo a Obama, el jamón, junto al aceite de oliva y los vinos, figurarían entre los productos agrarios españoles que, en teoría, tendrían más facilidades para entrar en el mercado de EE UU si prospera el TTIP. Sin embargo, esto se pone cada vez más difícil. Y no sería extraño que, si se consigue el acuerdo, llegada la hora de la ratificación, algún Parlamento nacional y el europeo terminasen diciendo aquello de «y un jamón». Osea, que no.
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