Pilar Ferrer
El juez rastreador
El día que Pablo Rafael Ruz Gutiérrez hubo de cerrar las investigaciones sobre el Caso Faisán, dicen que se sintió algo frustrado y así se lo hizo saber a algunos miembros del Consejo General del Poder Judicial. Había llegado a la Audiencia Nacional en sustitución de Baltasar Garzón, suspendido cautelarmente en sus funciones y, después, expulsado de la carrera judicial. En aquella terna con dos mujeres juezas, Carmen Rodríguez Medel y Carmen Lamela, Ruz aportaba seriedad desde que había sustituido temporalmente al magistrado Juan del Olmo, instructor del 11-M y ordenado el ingreso en prisión de Juan Antonio Roca, por el Caso Malaya. Alguien del CGPJ pronunció entonces una maldad: «Este no es Bermúdez», en alusión al otro controvertido magistrado de la Audiencia
Definía así la personalidad de un hombre que nació en Madrid, pero cuya vida siempre estuvo muy vinculada a Cantabria. Su madre, natural de Liébana, le hizo estudiar Derecho en la Universidad Pontificia de Comillas, lo que le forjó unas creencias religiosas importantes. Con gran discreción, Pablo Ruz pertenece a algunas asociaciones cristianas de base, ONGS varias, y se integró en la Plataforma «Por otro Derecho Penal Posible», junto a juristas progresistas. Nunca ha sido un activista mediático, y si algo le molesta es haber sustituido a Baltasar Garzón. En su entorno de la Audiencia Nacional suele ser muy reservado. Quienes bien le conocen lo tienen claro: No es un juez estrella, sino un juez rastreador, meticuloso y bastante alérgico a las presiones.
Pero el destino ha puesto en sus manos los casos de actualidad más espinosos. El sumario de Oriol Pujol y sus presuntas vinculaciones con las ITV, y el Caso Gürtel, con el fantasma de Luis Bárcenas y los supuestos sobresueldos del PP. Casi nada. Dos piezas de alto voltaje político, para un hombre casado, padre de tres hijos y cuya gran pasión es tocar la guitarra. Muy respetuoso con la policía, ninguna instrucción de Pablo Ruz ha contrariado sus informes. Ahora, la UDEF ha de emitirle decisivas pruebas para aunar el Caso Gürtel con los papeles de Bárcenas y otros nombres, como el ex marido de Ana Mato, Jesús Sepúlveda. Sin quererlo, todos miran hacia él. Y grande es su responsabilidad.
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