Partidos Políticos
El liquidador
Los liquidadores de empresa son los economistas y abogados que gozan de menos afecto en el mundo empresarial. Frente a los equipos de reactivación de empresas en situación de crisis, son vistos como una especie de enterradores cuyo cometido es que la sociedad mercantil descanse en paz después de no lograr superar las dificultades financieras que le hicieron llegar a una situación crítica.
Cuando se entra en fase de liquidación, la empresa mantiene todavía su personalidad jurídica, pero la ley obliga a que se añada a su denominación la expresión «en liquidación».
Es decir, que los liquidadores se encargan de disolver la entidad que sigue existiendo como tal, pero no por mucho tiempo. Entre sus obligaciones está el dar cuenta de la marcha del proceso de disolución y tomar las decisiones que más convengan al interés común.
Los liquidadores, salvo que se acuerde lo contrario, serán los mismos que ostentaban la responsabilidad de administrar la sociedad al tiempo de la disolución. Por tanto, perviven en el cargo y son los últimos en dejar la empresa y su salario.
Sin duda, el Sr. Alberto Garzón convenció a su organización de que había llegado el tiempo de disolverse pacífica y ordenadamente. Su entrega política a Podemos certificó la incapacidad del líder de IU para desarrollar un espacio autónomo en el espectro ideológico español.
Como buen liquidador, no practicó el cerrojazo inmediato del partido, intentó mantener testimonialmente las siglas como un pequeño grupo de presión dentro de la organización podemita para negociar listas electorales y otras cuestiones.
Pero si lo que espera el Sr. Garzón es un trato preferente en su rendición, se equivoca. Su entrega ha sido incondicional y solo se trata con respeto en las capitulaciones a quien planta batalla, no a quien se allana antes de pelear.
Así fue en Breda, cuando el 5 de junio de 1526, después de la resistencia numantina de los holandeses al mando del general Nassau, fueron vencidos por los generales españoles, que en reconocimiento del tesón enemigo dieron la orden de que los vencidos fueran tratados con dignidad.
De vez en cuando, el Sr. Garzón intenta sacar la cabeza del tiesto, porque los pies los tiene demasiado sumergidos en las arenas movedizas en que se mueve. Entonces manda mensajes al Sr. Pablo Iglesias, como el informe que presentó a IU acerca del desarrollo de la alianza Unidos-Podemos, en el que destacaba algunos «fallos y deficiencias» y amenazaba con apostar por una diferenciación de ambas organizaciones.
A buenas horas mangas verdes, le hubiesen espetado cualquiera de los protagonistas de Breda del siglo XVII. Ya es tarde para eso y no solamente porque el Sr. Garzón detecta el desgaste de la Coalición cuando ya ha sido fagocitado por los podemitas, sino por su incapacidad para generar una referencia política seria.
Las dos iniciativas más sonadas del líder comunista han sido abrir el debate para que se elimine la misa de las 14,00 h en TVE e intentar prohibir que los diputados puedan leer sus intervenciones en el Congreso. Sin duda, dos grandes aportaciones de actualidad a la compleja situación política española.
Cuando los partidos políticos se equivocan y dan el poder a líderes «peso pluma», corren graves riesgos. IU ha entrado en fase de disolución, el Sr. Garzón renunció a dirigir políticamente su formación y optó por lo que entendía que era más cómodo para sus intereses, entregarse al punch mediático de Podemos y vivir de su rédito.
En realidad, las bases de IU no eran conscientes de que no elegían un coordinador general sino un liquidador, que está administrando como puede algunos cargos, vendiendo a plazos la marca como último activo con algo de valor.
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