Toni Bolaño

El «Molt honorable» solo ante el peligro

El «Molt honorable» solo ante el peligro
El «Molt honorable» solo ante el peligrolarazon

Dicen los historiadores que abrir más de un frente garantiza la derrota porque los adversarios explotan la debilidad. La historia del hombre, de las civilizaciones y de muchos líderes se ha escrito con este argumento. Sin embargo, no se debe perder de vista que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. No aprende ni de la historia ni asume sus propias debilidades. Artur Mas es todo un ejemplo. Inició toda una aventura creyéndose invencible. Ahora, siete meses después, sólo ha cosechado derrotas. Abrió la caja de Pandora y, hoy por hoy, tiene todos los frentes abiertos. En ninguno tiene asegurado la victoria.

Frente nacionalista

Mas se convirtió de la noche a la mañana en un independentista de nuevo cuño. Enterró, de un plumazo, la histórica estrategia de Pujol en la que el nacionalismo catalán se hacía necesario en todos los gobiernos de España para aumentar el autogobierno. Le supo a poco. Cerró de un portazo la puerta a Madrid, a la que acusó de todos los males. La receta era iniciar un camino que llevara a Cataluña a ser un nuevo estado de Europa. Leyó la manifestación del 11 de septiembre como un refrendo personal. Fracasó. Se empecinó en el error de la mano de ERC. Firmó un acuerdo de estabilidad que ha durado apenas tres meses. Ahora trata de bajarse del burro sin que el pollino le propine una coz. O sea, quiere dar largas a su aventura sin coste electoral. Difícil ecuación sin la complicidad de ERC. Los republicanos no están dispuestos a apoyar a un Gobierno impopular e ineficaz sin cobrarse su pieza más preciada: la consulta. La debilidad de Mas les da argumentos para capitalizar el descontento de un mundo nacionalista cada vez más dividido en el que las luchas no son de guante blanco. Al contrario, son cainitas.

Frente económico

El discurso de «toda la culpa es de Madrid», que tan pingües beneficios ha dado al nacionalismo catalán, se cae como un castillo de naipes. El mantra del expolio fiscal y de que «España nos roba» ya no se ajusta a la realidad. Con los bancos cerrados, las inversiones paralizadas y las exportaciones ralentizadas, Mas ha vuelto al mundo real. No puede afrontar aventuras con la economía en franca recesión y con el mundo empresarial revuelto. Su malestar es cada día más evidente.

Frente social

Sus primeros años de gobierno fueron relativamente plácidos. La gestión cuestionable del tripartito le dio argumentos para justificar sus políticas de austeridad. La complicidad del PP le garantizó la gobernabilidad. Fueron sus parapetos ante el aumento del descontento social. Sin embargo, tres años después ni tiene el apoyo del PP, ni echar la culpa al maestro armero funciona. La erosión del gobierno nacionalista es palpable en la calle. Con su ejecutivo en estado de inanición absoluta cada día convence a menos ciudadanos la letanía de que con la independencia esto no pasaría.

Frente socialista

Cercado por la situación, Mas lanza sus cantos de sirena al PSC de Pere Navarro. Apela a su responsabilidad en un momento de «emergencia nacional» cuando hace apenas tres meses los menospreciaba. El líder socialista ahora debe decidir si quiere acabar fagocitado por un Mas en horas bajas. Apoyar las políticas de austeridad puede ser la puntilla de un PSC que tiene heridas internas abiertas, una fractura con el PSOE y un electorado desorientado. El PSC está convalenciente. No está en condiciones de ser la muleta de Mas, porque la muleta la necesita para él.

Frente popular

Así las cosas, Artur Mas ha decidido abrir el frente que creía cerrado. Ha dado su brazo a torcer ,pero lo hace desde la debilidad. Rajoy tiene la llave de la caja, está fuerte. Sin embargo, ha tendido la mano a Cataluña porque también debe tenderla a otras comunidades en las que gobierna el PP. La reunión en Moncloa ha sido eso, una reunión. Acuerdos, de momento, no hay. Rajoy flexibiliza el déficit pero no exime a Mas de asumir recortes. La promesa de ayuda de Rajoy no le soluciona la papeleta en Cataluña. Si no convence a ERC o PSC, sigue sin tener apoyo para aprobar los presupuestos. Ciutadans, ICV y las CUP no están ni se les espera. Sólo le queda volver a desempolvar el manual de cariños al PP catalán, que está dolido y cabreado.

Artur Mas tiene todos los frentes abiertos y está acosado por una situación económica que todo apunta que irá a peor, una situación social que le ha distanciado de los ciudadanos y sin nadie a mano que quiera subirse a un barco que está en dique seco. Mas ha sido víctima de sus propios errores. No tiene ni a Oriol Pujol a mano. Está solo ante el peligro.