Reyes Monforte
El pianista
En circunstancias normales, que un joven enganche un piano a una bicicleta y recorra la distancia que hay entre su casa y la sala de conciertos Bataclan de París para tocar una canción, le haría merecedor del calificativo de loco. Pero cuando el mundo aguanta la respiración, mastica la tragedia y digiere el sentimiento del luto por la barbarie cometida en París por el terrorismo yihadista la noche del viernes, le hace merecedor de otro apodo bien distinto.
El sonido de su piano lo escuchó medio mundo y acalló durante unos minutos el sonido de la infamia. Apenas 12 horas después del estruendo de los kalashnikov y los cinturones explosivos adheridos al cuerpo de unos dementes, la música de un hombre solo volcado sobre su piano, sobre cuya tapa pintó el símbolo de la paz, logró el ansiado trendin topic mundial que horas antes copaba la ignominia del peor atentado terrorista vivido en Francia. Un solo hombre interpretando las notas de la mítica canción «Imagine», soñando con un mundo donde no haya nada por lo que matar ni por lo que morir, y sin necesidad de gritar Lennon es grande. Sin más ruido, con la espontaneidad dictada por la solidaridad. Una melodía de paz se comió el sonido de la guerra. Cuando terminó, se levantó y se fue, mientras el único sonido que se escuchaba era el de los aplausos y los flashes de las cámaras de foto que se acercaron al verle.
Después del pianista de Polanski que nos anudó la garganta en la ficción, el mundo ya tiene un segundo pianista en la realidad, éste desconocido, amparado en el anonimato, como los héroes de guerra. Alguien dijo que se llama David, como aquel soñador que se enfrentó y derrotó a Goliat con una honda y una piedra, pero ésta vez lo hizo valiéndose de un piano y una oda a la paz. La realidad siempre supera la ficción. Este si que es un lobo solitario digno de acaparar las portadas de los diarios de todo el mundo. El sí, los otros no. ¿Se imaginan? Por soñar que no quede.
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