Toni Bolaño
El póquer de ases
Pedro Sánchez llegó a la Secretaría General del PSOE y aseguró que ejercería como tal desde el primer día. Y así lo ha hecho. No le tembló el pulso cuando cesó de forma fulminante a Tomás Gómez en contra del criterio de Susana Díaz y Ximo Puig, ni cuando después de las municipales dejó en la cuneta al candidato madrileño, Antonio Miguel Carmona. Tras los comicios autonómicos y municipales impuso sus criterios sobre alianzas post-electorales y lo hizo, otra vez más, con la oposición de Andalucía. En la elaboración de las listas a las elecciones generales, Sánchez ha vuelto a demostrar que él es quien manda en el partido. Ha cambiado a un buen número de cabezas de lista y ha impuesto a Irene Lozano, la diputada de UPyD, mal vista en el PSOE, sobre todo por andaluces, extremeños y asturianos. Sólo le quedan las listas catalanas, que se aprobarán el próximo sábado, donde se mantiene un pulso en la lista de Barcelona liderada por Carme Chacón.
Sánchez se ha impuesto y ha acallado las voces discrepantes. Mientras en el PP hay una especie de guerra de nervios, en el PSOE hay expectativas de ganar lo que, sin lugar a dudas, ayuda a acallar las discrepancias. El líder socialista ha jugado sus cartas en la partida de póker que se disputa en el seno del PSOE. El 20-D tendrá que enseñar sus cartas. Si gana, todos verán un póquer de ases o, incluso, una escalera de color. Si pierde, se verá que ha ido de farol y perderá la partida. En ese momento, otros moverán sus piezas. En el socialismo español hay muchas voces críticas. Hablan en privado y evitan hacerlo en público. No quieren ser acusados de poner en peligro una victoria. Salvo Tomás Gómez, pocos se hacen oír. En privado, dicen de todo. Ayer Susana Díaz mantuvo un total silencio pero no perdió la oportunidad de hacer un nuevo feo a Sánchez llegando casi dos horas tarde al Comité Federal. No hizo declaraciones. Cuentan que cuando fue al baño iba acompañada de personal de prensa del PSOE. Una guardia pretoriana especial. Las generales son para Sánchez un ser o no ser. También para Rajoy. Uno de los dos, el que pierda, no será protagonista después del 20-D. Sánchez no tendrá que gestionar una derrota socialista. Si gana, los críticos desaparecerán, y podrá seguir como secretario general aunque no le guste a Díaz. Necesita sí o sí, sacar un póker de ases.
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