Alfonso Ussía
El Príncipe Guauguaugorn
En España, los políticos no se retratan con sus perros. Se hizo famoso el «cócker» de Aznar, que mordía a todos los que traspasaban la puerta principal de La Moncloa. Hasta que una mañana llegó Álvarez-Cascos, el perro se le arrancó y voló posteriormente impulsado por la patada que le propinó el asturiano. A partir de aquel día, cuando Cascos entraba en los predios monclovinos, el «cócker» se cobijaba entre las piernas de Aznar mientras le pedía a su dueño con ladridos lastimeros «césalo, césalo». Y la vieja amistad dejó ver las primeras grietas.
La mujer que mejor se retrata con perros es, sin duda, la Reina de Inglaterra. Entre sus «terriers» había uno, «Balmoral», tan hambriento de pantorrillas humanas como el «cócker» de Aznar, con la desventaja de no tener en el Palacio de Buckingham un Álvarez-Cascos para poner las cosas en su sitio. Mordió al capitán de la Guardia Real, John Stavley, al teniente Peter Homs, al director de la banda, Mayor Lawrence Pickflower, a siete guardias y catorce servidores de Palacio. Falleció envenenado, y Scot-land Yard archivó el caso porque todo parecía indicar que el autor del crimen fue el duque de Edimburgo, que estaba de «Balmoral» hasta el gorro. La Reina pasó una mala temporada, pero finalmente se rehizo y aceptó los hechos con ejemplar entereza.
Pero nadie había ennoblecido a su perro hasta que lo hizo el príncipe heredero de Tailandia, Maha Vajiralongkorn, del que se dice que a su lado, Espartaco Santoni, que en paz descanse, era un torpe con las mujeres. El fallecimiento de su anciano padre, el Rey Bhumimol, ha situado a Maha Vajiralongkorn, en el disparadero. No obstante, aún no ha decidido si sucede a su padre o permite reinar a su hermana menor, Chakri Sirindhorn, más prudente y celosa de sus deberes, y la más parecida a su llorado hacedor. Así lo ha hecho ver nuestra corresponsal en Hong-Kong, Victoria Pascual, que ha recogido en su crónica las palabras del Jefe de la Junta Militar, general Chan-Ocha. Repárese que si el apellido del general se escribe «Txanotxa», suena a nacido en Oyarzun. Casualidades que nos traen la vida y los aconteceres.
Entre las excentricidades del príncipe Maha Vajiralongkorn destaca el detalle de ennoblecer a su perro, al que ha concedido el título de príncipe de Guauguaugorn y el Doctorado en Ciencias Naturales por la Universidad de Bangkok.
El perro, no obstante, se ha mostrado poco agradecido porque su sueño no era otro que ser Doctor en Telecomunicaciones, lo que no ha sido posible, al menos, por ahora. Si Vajiralongkorn reina y sucede a su padre Bhuminol, es probable que lo consiga. Pero si el príncipe elige mantener su libertad y su vida avasalladora cediendo el trono a su hermana, la princesa Chakri Shirindhorn, mucho me temo que Guauguaugorn se va a quedar sin su doctorado. Un nuevo motivo para que los militantes de Pacma defiendan al desdichado can, aunque sea un can lejano.
Me preocupa el inmediato futuro de Tailandia. Todo está en manos –en mi humilde opinión– de lo que acuerden el general Chan-Ocha, el vicepresidente de la Asamblea Nacional, Su Excelencia Peerasak Pojit –muy influyente, aclaro–, y el presidente del Consejo privado Real, general retirado y ex primer ministro, Su Excelencia Prem Tinsulanonda, que acaba de cumplir los 96 años de edad. Memoricen los nombres de estos tres importantes personajes, pues ellos serán los que inclinen la balanza a favor del príncipe Vajiralongkorn o de la princesa Chakri Shirindhorn.
Me pinchan, y no sangro.
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