Carlos Rodríguez Braun
El problema de los ricos
Es bobo el recelo ante los ricos. Si son muchos, porque son muchos. Si son pocos, porque son pocos.
Pero si los ricos lo son a través del mercado y la competencia, como suele suceder, su riqueza, sea mucha o poca, sean los ricos numerosos o no, jamás provoca daño a nadie. A ver, ¿qué daño le ha hecho a usted Amancio Ortega? ¿Acaso le ha quitado un euro? Pues no, claro que no. Quien le quita el dinero son las Administraciones Públicas, no los empresarios millonarios. Montoro le mete la mano en la cartera, señor, señora, y no Bill Gates.
Esto no quiere decir que todos los millonarios tengan bien ganada su riqueza. En efecto, aparte de los criminales y estafadores, hay empresarios que no ganan su dinero en el mercado, sino a través de favores que brinda el poder. De esos ricos conviene desconfiar, sin duda, pero recordemos que la clave de su fortuna es la política, no el mercado.
En el mercado los ricos nunca pueden acumular dinero si no le venden a usted algo, señora, señor. Y en el mercado, al revés de la política, usted nunca tiene la obligación de comprar: sólo paga si quiere comprar lo que el empresario le ofrece. En otras palabras, los empresarios millonarios son los que han conseguido que la gente libremente les compre, y eso sólo sucede si a la gente le conviene intercambiar su dinero por las camisas del señor Ortega. En la política, que es la que manda de verdad, no sucede eso. Vamos, que cuando le hablen a usted del «poder económico», o del mal que representa la riqueza de los millonarios, sean más, sean menos, no haga usted ni caso. El único problema de los ricos es que usted y yo no lo somos. Todavía.
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