PSOE

El regalo de Rajoy

La Razón
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Andan los listos diciendo que Mariano Rajoy debe hacer un gesto al PSOE para propiciar su abstención en la investidura. No necesita hacerlo. Con tal de que no haya elecciones –que podría haberlas si él quisiera–, ya les ha hecho a los socialistas el mayor regalo de su historia. Y se lo hará seguramente sin pasar factura, ni siquiera de un apoyo en la legislatura, ni de ésta o aquella ley. En silencio.

En la algarabía mediática en la que llevamos un año: campañas, precampañas, congresos, precongresos, juicios, acuerdos, pactos... el valor del silencio se multiplica. Cada vez me caen mejor los políticos que están callados, quizá también porque los que hablan sólo dicen tonterías. Y el regalo de Rajoy al PSOE durante las últimas semanas ha sido su silencio: no elecciones y silencio.

El calendario no es bueno. Las primarias catalanas –el PSC siempre tocando las narices– son el 15 de octubre, fecha que hubiera sido perfecta para el Comité Federal que decidirá sobre la investidura. Pero no podrá ser y habrá que retrasarlo a la semana siguiente, porque lo que está claro es que la investidura deberá ser antes de que acabe el mes... si no quieren que haya elecciones. Y antes, el Rey tendrá que hacer su ronda –esta vez más bien un rondo– antes de proponer a Mariano. Todo muy rápido.

Y el Comité Federal, que por fin se ha dado cuenta de que la dicotomía de Sánchez –o gobierno transversal o elecciones– era falsa, dará paso a la verdadera: o investidura o elecciones. Así lo dicen y así será, al margen de que a Francina Armengol se le ocurran otras paridas que para esas cosas es muy suya. Rajoy va a hacer un servicio a la democracia evitando las elecciones. Y lo va a hacer a pesar de que algunas encuestas le den la mayoría absoluta, que sería buena para completar la legislatura que nos sacaría de la crisis; y también porque va a permitir al Partido Socialista recuperarse del pedrismo y poder ofertar a sus militantes y votantes algo diferente del podemismo, que ha estado a punto de sentenciarlo. Y eso sin contestar a tanta soflama televisiva y a tanta provocación hueca. Al final, estar sentado en una piedra firme es lo que tiene. Ya lo dijo Newton: «Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo...».