Julián Redondo
El resplandor
Un partido que a los cuatro minutos del comienzo registra un gol promete emociones fuertes. El tiralíneas que culminó Rakitic, sin embargo, produjo un efecto adormidera. Una de las cuestiones que plantea el doctor Eduardo Anitua en el test para la detección de apneas es si al paciente le invade el sueño más allá del lecho y del sofá, pongamos que mientras ve un partido de fútbol por televisión. Respuesta, el primer tiempo de la final de la Liga de Campeones entre la Juve y el Barça, sí, y más de una cabezadita. En el equipo italiano sólo las acciones de Morata –y no es amor de madre– despertaban de la siesta; el Barça, tan poco exigido, contemporizó y permitió que el reloj corriera con jugadas esporádicas. Sólo una reclamó todos los reflejos de Buffon, exhibidos para desesperación de Alves. Encuentro de resplandores, bastaba uno para encarrilarlo. El miedo era más apreciable en los blanquinegros que en los azulgrana, entre quienes Messi espaciaba las campanadas; cuando aparecía, la grada barcelonista entonaba olés, grito taurino que extraña entre quienes pitan al himno español, repudian los toros y aceptan que la Monumental pueda convertirse en mezquita. En medio de esa marea contradictoria empató Morata, resplandeciente, no obstante sustituido, error de Allegri. Quedaban el destello de Messi, otro alarde de Buffon y el oportunismo de Luis Suárez. Brillaba la emoción, por fin, como si Kubrick hubiese regresado a la dirección. Con el «The End», Neymar hizo el 1-3 y el Barça metió la «Quinta» en el «museu».
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