Enrique López
El Rey con su pueblo
En el día de hoy se celebrará una manifestación en Barcelona contra el terrorismo, convocada tras los atentados de Barcelona bajo el lema «No tinc por», a la cual acudirá como uno más nuestro Rey, al igual que hizo en 2004 siendo Príncipe, tras los atentados de Madrid. Esta manifestación debe poner de manifiesto la unidad del Pueblo Español en la lucha contra el terrorismo, la afirmación de que la violencia terrorista no nos moverá ni un milímetro de nuestra senda de convivencia pacífica y democrática, no pondrá en juego valor democrático alguno y, por otro lado, que la sociedad española, como la occidental en su conjunto, en nada es responsable de lo ocurrido; los únicos responsables son seres radicales, adoctrinados en un odio envuelto por un fundamentalismo religioso incompatible con cualquier forma de entender nuestra sociedad en la actualidad. Por ello, hoy no es un día para las polémicas, ni para ahondar en las diferencias, es el día para reforzar nuestro espíritu de unidad, de solidaridad con las víctimas, y de repulsa de estos actos. Pero siempre tienen que existir voces discordantes, y a veces estridentes, que tratan de generar fisuras en este movimiento unánime; precisamente esta unanimidad es la que permite al Rey estar en esta manifestación, la ausencia de partidismos y la verdadera expresión de un sentimiento popular general del Pueblo Español no sólo posibilita su asistencia, sino que la explica y justifica plenamente. Estas voces discordantes afortunadamente son apagadas por el clamor popular que, henchido de un gran sentido de la justicia y sobre todo común, pone en evidencia a estos personajes que buscan en la disidencia, aunque sea impostada, la razón de su exiguo sentido político. En los atentados de Madrid, muchos causalizaron los mismos por la presencia de tropas españolas en Irak, responsabilizando al presidente Aznar, algo que, además de injusto, pronto se demostró erróneo, puesto que los atentados se habían comenzado a preparar mucho antes del envío de las tropas, y del apoyo a la Coalición representada en la foto de Azores; pero poco importaba la verdad, en aquel momento había una explicable y legítima división política en España que arrastró a una polarización de la opinión pública, lo cual nos hizo más débiles frente al terrorismo, algo que desembocó en una cierta inactividad durante años en la búsqueda de respuestas legales ante el yihadismo. Afortunadamente, los principales partidos políticos han suscrito un pacto contra el terrorismo que alumbró una buena, aunque perfectible, respuesta legal. Por ello, escuchar mensajes que tratan de explicar esta violencia en supuestas responsabilidades de la sociedad occidental, así como buscar incompresibles explicaciones políticas, es sencillamente un desatino. ¡Qué no pretendan culpabilizar a unas sociedades que han soportado innumerables actos de barbarie, y que tan sólo ofrecen como respuesta el Estado de Derecho! Ni un segundo de duda, ni un gramo de culpabilidad, quien así lo entienda que se lo haga mirar, sólo deben encontrar el mayor de los desprecios. Por ello, y al margen de otras polémicas concretas, que habrá que analizar, España en Barcelona, hoy ofrece al mundo un mensaje de unidad y fortaleza.
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