Crisis en el PSOE
El solar socialista
Quien diseñó la liquidación de Pedro Sánchez acertó porque sabe cómo funcionan los resortes orgánicos. Sabía que había que comprimir los tiempos y que había que dejar las decisiones en manos de unos pocos. Convencer a 250 es mucho más fácil que a los ciento y pico mil afiliados del PSOE. O los que sean porque la «Gestora del mal menor» no les da el dato concreto a los que recogen firmas para pedir un Congreso. Después del Comité lo del grupo parlamentario está hecho con espacio además para alguna escena amortizada por el flanco catalán o los del «no nos moverán». La aristocracia socialista son «apparatchicks» que acatarán las órdenes que salen del sur y se ejecutan con alma de Don Pelayo por el hombre encargado de la reconquista. Nadie quiere perder ni el cargo ni el sillón y a «rey muerto, rey puesto». Además de conocer a sus compañeros de partido, el que ha diseñado todo esto conocía también a la prensa clásica de este país que ha recibido a Javier Fernández como el último líder del occidente de la socialdemocracia. Se le aplaude que sea un socialista de los de siempre, cabal, y que tenga uno de esos odios obsesivos contra Podemos. Lo que resulta patético es que luego se hagan afirmaciones sobre la fuerza del PSOE en la oposición y su capacidad de atraer a los jóvenes. A los jóvenes se les ha espantado en el momento en el que Felipe y otros nombres que teníamos apuntados en agendas de papel han vuelto a las portadas. El PSOE no va a menguar por «pasokización» le basta dejarse y morir de viejo. El partido que ocupó todos los palacios hoy es solo un «solar». Todavía hay quien cree que el día después de abstenerse para que Rajoy sea presidente en ese «erial» de la oposición van a brotar rascacielos. El 30 de octubre el PSOE se mirará al espejo y se preparará para una larga travesía que terminará con un Congreso extraordinario en plena división. Sánchez, con mayor o menor fortuna y responsabilidad, había dado un relato al socialismo español, la abstención solo es un argumento para que Podemos y cualquiera muerda desde el primer momento. Solo cabe una posibilidad que entroncaría al socialismo patrio con el realismo mágico tan necesario. Que en el solar, a falta de arquitectos, les dé por hacer un huerto urbano para, como en «Amanece que no es poco», broten líderes. En el cartel ya pone «vigilado por ex secretarios generales».
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