Historia
El sueño europeo
La idea de Europa es fundamentada por hombres excepcionales que no hubieran encontrado eco en este siglo paralizado por vacuidades y utopías como regüeldos del pasado. Aunque en la República de Weimar Adenauer había sido alcalde de Colonia su proyección comienza a sus setenta años, bajo tutela aliada, como Canciller y fundador de la CDU de católicos y protestantes. Schuman fue una suerte de sacerdote laico, luxemburgués, alemán y finalmente galo, varias veces ministro de Francia. Declarado Siervo de Dios su memoria está en beatificación. Alcide de Gásperi, austrohúngaro de origen italiano, paso la Guerra Mundial refugiado en la biblioteca vaticana y llegó a Primer Ministro; otro en trance de beatificación. Monnet fue negociante francés y banquero de inversiones cuyo credo consistió en entenderse con los demás y no considerar enemigo a nadie, excepto a la intolerancia. Estos cuatro irrepetibles soñaron una Europa unida como salida al suicidio moral del siglo XX. El disparo de salida lo da Churchill anunciando que un telón de acero ha caído dividiendo al continente, y el humanismo cristiano se alió con la socialdemocracia ante el imperialismo comunista. La reticencia ultraizquerdista ante el catolicismo abreva en el origen. Europa es la primera utopía realizable de la Humanidad, nacida de la estupidez de monarcas, políticos y militares durante la Gran Guerra y del ulterior paganismo nacionalsocialista. Europa no es una cuenta de resultados sino un empeño moral que ha permitido que el subcontinente aúne a un tercio de los escasos territorios donde se respetan los derechos del hombre. Los sesenta años del Tratado de Roma muestran la fatiga del metal tras años de travesía por una tormenta perfecta. Los extremistas nominan la UE como «el balneario» o «el club» donde ricos ociosos contemplan los sufrimientos de los demás, y con la crisis financiera internacional los propios socios han visto quebradas sus seguridades. A mayor abundamiento los ex-comunistas de soberanía limitada resultan euroescépticos viniendo del transnacionalísmo soviético y dando en otra teoría de superación de los Estados. La confusión de la UE ante la migración mediterránea es culposa pero la mayor dejación de responsabilidades es de Naciones Unidas, y de opulentas naciones musulmanas que no han acogido a nadie (excepto Turquía) ni han puesto un óbolo. El colapso europeo daría pie a la Euroasia del nacionalismo ruso y descompondría la larga y pedregosa marcha del sueño europeo hacia el territorio de las libertades y la civilización.
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