Debate de investidura
El tándem Rajoy-Sánchez
El Sr. Pedro Sánchez tenía varias opciones después de las elecciones del 26-J. O bien dar su apoyo al PP o bien no darlo. Y en este último caso tenía dos variantes, haber promovido la abstención o el no.
Abstenerse, según la RAE, es «no participar en algo a lo que se tiene derecho, por ejemplo una votación». La abstención, por tanto, no es el apoyo a algo, y mucho menos en la cultura socialista. Históricamente, cuando en el seno del PSOE existe un desacuerdo en torno a la gestión de un órgano de dirección o a la confección de una candidatura, es precisamente la abstención la forma de expresar el desacuerdo.
Pero se ha creado un clima de opinión en el país en el que la abstención equivale a un sí al Sr. Rajoy. Y una vez creado ese marco de decisión, las opciones entre las que debía decidir el Sr. Sánchez eran dos: dejar gobernar al PP o ir a nuevas elecciones. Es decir, se ha asimilado la abstención a la categoría del sí.
En cuanto a la presentación del Sr. Sánchez a una nueva investidura, con 5 diputados menos que la última, en la que fracasó, es absurda y sólo la consideran como instrumento de justificación de por qué unos nuevos comicios.
Dada la confrontación izquierda-derecha, que se ha producido desde el inicio de la democracia en nuestro país, la posición más fácilmente defendible en el ámbito interno de los partidos políticos es la del todo contra el adversario histórico. En el caso del PSOE, el discurso que tiene más facilidad de penetración es el del no al PP.
Sin embargo, las cosas nunca son tan lineales. Desde esa perspectiva interna y con una visión más estratégica que táctica, las consecuencias de unas terceras elecciones serían positivas para el PP. La razón es bien evidente, las probabilidades de que el PP siga creciendo e incluso, según algunos sondeos, se acerque a la mayoría absoluta son muy elevadas. Por tanto, la sempiterna confrontación derecha-izquierda se saldaría con una amplia victoria de los adversarios de los socialistas.
Y, por otra parte, los socialistas tienen un nuevo oponente: Podemos, que desde otro extremo, solo tiene un objetivo, destruir al PSOE y ocupar su espacio político.
Muchas voces, de dentro y de fuera del PSOE, han defendido otros caminos. Desde haber condicionado la abstención socialista a determinadas reformas en el ámbito laboral, financiero, sanitario o educativo, por ejemplo, hasta permitir gobernar al PP con un Sr. Rajoy en su tramo político final, haciendo una dura oposición durante los próximos dos años y preparando un futuro gobierno socialista que aborde definitivamente los problemas estructurales que aún sufre España.
También hay quién ha sugerido una tercera alternativa. Gran parte de la argumentación de la dirección socialista para decidir el voto negativo ha sido que el Sr. Rajoy «encarna los vicios, errores y las malas políticas».
Al ser este uno de los obstáculos insalvables, el Sr. Sánchez tuvo la oportunidad de condicionar al PP para que realizase un relevo en su candidato a la Presidencia del Gobierno. Y lo podía haber hecho de la mano de Ciudadanos y Podemos.
Lo debía haber propuesto después de las elecciones del 20-D y, con menos fuerza pero con más necesidad, después del 26-J, siempre antes de que el Rey propusiese la investidura del Sr. Rajoy.
Sin embargo, esta opción nunca ha sido considerada por el Sr. Sánchez porque su relación con el Sr. Rajoy es la de los polos opuestos, que en cierto modo se atraen y se necesitan.
Efectivamente, en el momento en que el Sr. Rajoy fuese sustituido, lo que pediría la mayoría de españoles es que los demás líderes, especialmente el del Partido Socialista, tomasen el mismo camino. De esta manera, la condición sustitutoria del presidente Rajoy se habría convertido en la del propio líder de la oposición.
El resultado no es objeto de debate, es una evidencia. El Sr. Rajoy es presidente en funciones desde hace casi un año y cada vez con mejores perspectivas electorales y el Sr. Sánchez se agarra a los carteles electorales, cada vez con menos votos y escaños, pero sigue siendo el líder de la oposición en funciones. Hubo un tiempo en el que los Congresos del PSOE se ganaban dentro del PSOE y no en el hemiciclo de las Cortes.
Las terceras elecciones vendrán muy bien al Sr. Rajoy y al Sr. Sánchez, pero muy mal al resto del país.
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