Francisco Marhuenda
El valor de la estabilidad
Lo que más preocupa a los españoles es, sin lugar a dudas, la economía. Hemos sufrido la crisis más importante desde la posguerra, que ha tenido un efecto devastador en el tejido empresarial y ha provocado tasas de desempleo muy elevadas que se han visto paliadas por una economía sumergida que no tiene parangón entre los países más avanzados de la Unión Europea. Esta anomalía española explica la rapidez y la intensidad de una recuperación que se ha visto impulsada decisivamente por las excelentes reformas que han emprendido Rajoy y su Gobierno. Esta decidida vocación reformista permite augurar un crecimiento superior al 3,5% este año, que significa regresar a las tasas medias previas a la crisis.
Hay algunos analistas y columnistas que ahora han decidido restar importancia al factor económico en la intención del voto. La realidad es que la primera preocupación, como es lógico, es el bienestar personal. Esto es posible cuando se tiene un trabajo estable y razonablemente bien remunerado. La indignación de las clases medias, que es la inmensa mayoría del país, proviene de la crisis económica. Otra cosa es el rebrote de la izquierda radical que muy bien ha sabido canalizar Podemos, aunque ha entrado en un periodo de retroceso porque sus dirigentes han realizado una interpretación más propia de la teoría política que de la realidad social. Han interpretado la indignación de las clases medias en una de las sociedades más avanzadas y ricas del mundo como si fuéramos un país en vías de desarrollo. España no es Venezuela, Bolivia, Argentina ni Ecuador. Ni siquiera tiene alguna similitud con Grecia, salvo que una parte de nuestro territorio está bañado por las aguas del Mediterráneo.
Los que certifican el fin del bipartidismo, el mismo análisis que hacían para Reino Unido, confunden sus deseos con la realidad. A la obsesión de desalojar al PP del poder se une su cicatería a la hora de analizar la intensidad de la recuperación económica. En estos tiempos de economistas aficionados, se trata de restar cualquier valor a la gestión de Rajoy. Los que eran benevolentes con los desastres de los gobiernos socialistas son ahora inmisericordes con los populares.
Una de las razones por las que España vuelve a estar de moda y atrae tanta inversión extranjera es por la estabilidad y las reformas que se han realizado. No es una cuestión de salarios, porque hay muchos países en Europa donde podrían invertir si ésta fuera la única variable. La estabilidad política ha sido, es y seguirá siendo un factor determinante para mantener el actual ritmo de crecimiento. El único nubarrón que afronta España es, precisamente, el riesgo de gobiernos inestables que nos retrotraigan a un escenario de crisis económica. Ni siquiera Grecia es un problema porque ni el FMI ni la Unión Europea le dejarán cruzar la línea roja.
Los españoles siguen preocupados por la economía y, al igual que ha sucedido en Gran Bretaña, saben que las políticas de la izquierda son un auténtico desastre. Lo sería con efectos demoledores si tienen la presencia de Podemos. Me temo que lo veremos en algunos municipios, aunque espero que la situación en las comunidades autónomas sea distinta y exista una apuesta por la estabilidad y el progreso. La realidad es que el PP ha cumplido la inmensa mayoría de su programa electoral a pesar de las declaraciones de la izquierda política y mediática. Es cierto que hay cuestiones importantes para los votantes populares que se han incumplido, pero cabe dar un voto de confianza para la próxima legislatura, ya que la alternativa de castigar al PP sería castigarnos a nosotros mismos y la creación de empleo y la riqueza nacional.
Ciudadanos y Podemos son dos partidos bisagra que pueden generar una gran inestabilidad política. Una vez más, el ejemplo británico debería conducir a la reflexión. Los británicos han apostado por la estabilidad, el crecimiento económico y la creación de empleo. No han querido experimentos. Me pregunto si los españoles queremos gobiernos de izquierda radical. En Cataluña vivimos en su día los efectos devastadores de los gobiernos tripartitos y lo mismo sucedió en Baleares.
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