Pilar Ferrer

El vía crucis de Mas

El vía crucis de Mas
El vía crucis de Maslarazon

Partidario de la máxima discreción, Mariano Rajoy no ha tenido que mover una pestaña. Cumple a la perfección ese lema según el cual quien espera desespera al contrario. Así, el presidente de la Generalitat hubo de bajar la cerviz y tragarse un buen puñado de kilómetros hasta llegar a La Moncloa. Allí, el jefe del Gobierno no le asfixió, como reclaman algunos sectores duros del PP, pero sí le marcó una clara hoja de ruta: podrá ser flexible con el déficit a cambio de una total lealtad constitucional. Liquidez para las arcas catalanas, pero fuera veleidades soberanistas. Toda una encrucijada política que determinará el futuro de Artur Mas y la Federación nacionalista.

Rajoy sabe bien que el diálogo con Cataluña es necesario. Y el presidente de la Generalitat necesita puentes con Madrid, donde radica la llave de la caja para aliviar unas finanzas quebradas. Gran dilema, pues Artur Mas ha de elegir entre los socios de ERC que permitieron su investidura, o romper esta alianza y mirar hacia el PSC o el PP. Tarea complicada, donde subyace la consulta sobre la independencia, exigencia irrenunciable de Esquerra. Los socialistas se mueven en la ambigüedad, aunque no quieren un referéndum ilegal, sin previo pacto con Madrid. El PP defiende hablar, pero sin una sola transgresión constitucional. Con la inmediata presentación de los Presupuestos para este año, de muy difícil apoyo por Oriol Junqueras y el PSC, dada su austeridad y duros ajustes. De manera que, tras este encuentro privado y agridulce, Artur Mas padece su particular Semana de Pasión. Necesita dinero hasta para pagar las nóminas, pero es rehén de la formación republicana, cada vez más alejada de un gobierno en barbecho, tal como pronostica el líder de Unió, Durán i Lleida, todo un experto en negociar con Madrid. Artur Mas tiene ante sí todo un vía crucis. O carga con el pesado madero de los radicales y camina hacia el abismo. O se libera de cargas separatistas y vuelve a la sensatez. Es el único camino de salvación para CIU y la propia Cataluña.