Julián Redondo

En funciones

La Razón
La RazónLa Razón

No va a dimitir. Rafa Benítez no saltará en marcha del Madrid porque eso sería admitir que ha perdido la batalla con los jugadores y la guerra con el club. Sin más apoyo que el del presidente, las encuestas le dejan a los pies de los caballos y como entrenador en funciones. Es la moda. Zidane, ese brote verde que quiere madurar en el Castilla antes de enfrentarse a la grandeza y a los egos del Real, le aventaja en el gusto de los aficionados. Y a él, Mourinho. Sí, «Mou».

Este Viriato del siglo XXI no es guerrero de año sabático sino mercenario dispuesto a pelear en cualquier coliseo, sala de prensa o plató que le reconozca el grado de mariscal de campo. No aguanta un Valdano. Hace y deshace, sobre todo deshace. No habla en plural cuando el éxito le sonríe, ni lo intenta, y en el fracaso delega. Él gana la «Champions» con el Oporto y con el Inter: «Special one». Él gana la Liga. Y él sale por la gatera del Madrid y del Chelsea porque ha cavado más trincheras en el vestuario que la compañía del soldado Ryan. Eso sí, para no cerrar puertas, se muestra generoso al cobrar el finiquito.

En su retorno al Chelsea no regaló los oídos al madridismo, quizá por eso la grada de Stamford Bridge le guarda un respeto reverencial que choca frontalmente con las distancias que Cristiano Ronaldo, Pepe o Sergio Ramos establecieron con él al destacar el trabajo de Ancelotti, y la «Décima» que ganaron con Carlo y que por culpa de ellos, de los árbitros, de la UEFA, de la Prensa y del lucero del alba no se consiguió con ese adalid de la arrogancia, de quien sus simpatizantes destacan que fue quien ensombreció la era dorada de Guardiola –incluso en este tálamo el amor es ciego– y quien devolvió al Madrid la gloria europea, aunque en tres años, con más poder en el club que ningún otro entrenador en la historia merengue, no ganó la Liga de Campeones.