Toni Bolaño
Engaño subvencionado
La nueva Catalunya independiente se está construyendo con la propaganda más descarnada. Se nos dice por activa y por pasiva que el proceso hacía la independencia va de abajo a arriba, que es un movimiento que se construye por el empuje de la gente y de la sociedad civil. El último en decirlo ha sido el presidente del Pacto Nacional por la Transición Nacional, Joan Rigol. La propaganda no repara en minucias. Niega la evidencia y construye una realidad paralela.
La agitación del sentimiento nacional tiene en TV3 su máximo exponente. Un día se nos presenta un mapa con fronteras y otro se ensalza la medalla olímpica obtenida por un atleta francés que se presenta como norcatalán –sólo por el hecho de nacer en el sur de Francia–, en un afán dibujar en el imaginario otro éxito del pancatalanismo.
La propaganda presenta la sociedad civil como un movimiento casi espontáneo. De paso, todo aquel que critica o pone reparos es despedazado en la plaza pública. El pensamiento único no se puede cuestionar porque nace de la gente. Ni Duran se lo cree cuando afirma que algunos partidos políticos –la musa del independentismo y presidenta de la Asamblea Nacional Catalana, Carme Forcadell, es militante de ERC, cosa que trata de minimizar y ocultar–, han azuzado esta movilización que cuenta con sustanciosas subvenciones. La gestión de la voluntad y los sentimientos de los ciudadanos para ponerlos al «servicio de la causa» –frase pronunciada durante una retransmisión deportiva en TV3– no repara en gastos. Los detalles de las subvenciones al deporte catalán son todo un ejemplo. En época de recortes en servicios como sanidad, servicios sociales o educación, la internacionalización de la independencia por la ventana más amable, la deportiva, no se resiente.
En su afán de construir un estado, de seguir avanzando en el proceso de transición nacional, el presidente catalán presentará esta semana –lo hará a bombo y platillo– su modelo de agencia tributaria. No tendrá ni competencias ni recursos pero servirá para agitar sentimientos.
Ayer, un diario barcelonés hizo un vomitivo reportaje –supuestamente periodístico–, sobre esta cuestión sin tener en cuenta que «se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo». Lo dijo Abraham Lincoln hace unos cuantos años. John Kennedy lo repitió años después. La propaganda nacionalista aún no se ha enterado. Sigue empecinada en engañar a todos todo el tiempo.
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