César Vidal
Espía como puedas
Hace tiempo que me inquietaba que España fuera escenario de los mayores esperpentos. Duques que podían haberse enriquecido dentro de los márgenes de la Ley pisotean todas las normas simplemente para lucrarse más; sindicatos que debían defender a los obreros logran que aumente el desempleo; políticos que prometen bajar los impuestos los suben treinta veces en un año; regiones que tienen como caudal el español deciden proscribirlo en favor de lenguas escandalosamente minoritarias; próceres que han logrado escapar de la prisión de manera prodigiosa dan lecciones de moral; miles de millones de euros desaparecen de los presupuestos sin que exista razón de su paradero y un grupo mediático fácilmente identificable pretende desestabilizar al Gobierno utilizando unas fotocopias. Hay que reconocer que no está nada mal. Pues bien, todo esto palidece ante la última novedad que nos llega de Cataluña. Una agencia de detectives estrechamente relacionada con gente del PSC espiaba con verdadera fruición a todos los que se ponían a su alcance. Según confesión de uno de sus responsables, se ha procedido a la destrucción de veinte mil dossieres para no dañar reputaciones. Ignoro cómo se ha llevado a cabo la eliminación de tanto archivo –no puedo evitar pensar en la biblioteca de Alejandría incinerada por un califa fanático–, pero no ha debido ser fácil. Los motivos no resultan difíciles de comprender. Presuntamente, la gente de CiU espiaba a sus propios militantes y a buena parte de la oposición; el PSC espiaba a todos, y el PP era espiado. Incluso, al parecer, la cúpula de Interior, con el ministro a la cabeza, fue espiada por un elenco de detectives que tenían tan sonoros nombres como Borreguero y Peribáñez. Un amigo mío se quejaba hace unas horas de que se siente ofendido porque no está entre los espiados y, por lo tanto, no es nadie en España. Quizá sea así, pero el episodio dista mucho de tener gracia porque conculca derechos fundamentales con intenciones –es de sospechar– nada santas. Nos hemos pasado años intentando dar con la clave de aberraciones como el intento de pactar con ETA, el estatuto de Cataluña, las cesiones ante los nacionalistas, la traición del PSOE o silencios tan clamorosos como una cencerrada. Sería sobrecogedor descubrir que la explicación se encuentra en un tipo de espionaje semejante al que los esbirros de Castro usan en los hoteles cubanos para luego chantajear a políticos y titiricejas. Al final, la clave puede que no esté en Rebeca, pero sí en el «Espía como puedas».
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