Política

Estresados

La Razón
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Tanto la gestualidad como sus últimos silencios, y pese a sus escapadas veraniegas, denotan que el líder socialista padece un estrés de caballo. Sus dos años como jefe de la oposición fueron en barbecho por la práctica indiscriminada del frentismo, que no fue la querencia hacia un frente popular entonces en agraz sino de enfrentamiento granítico a la mayoría absoluta del PP. La excusa fue el rodillo «popular», olvidando los rodillos de González o Zapatero. De haber ganado las elecciones la política de Pedro Sánchez hubiera consistido en la demolición de todas las leyes de Mariano Rajoy, cuando éste, al menos, se guardó en el cajón una importante reforma de la Ley del Aborto que le costó el Ministerio a Ruiz-Gallardón. No se encuentran en los archivos propuestas de reforma o alternativas de legislación y la más alta política de Sánchez consiste en la derogación de toda la legislatura anterior. Nuestro hombre hizo una mala lectura de las elecciones autonómicas y municipales, permitiendo el acceso al poder real de sus enemigos de Podemos, y en las primeras generales logró el peor resultado en la historia del PSOE. Como el barón de Munchausen salió del pozo en el que había caído tirando hacia arriba de sus propios cabellos, y, ya en las segundas elecciones, perforó su suelo electoral, resurgiendo como Ave Fénix de sus cenizas, desdeñando la pérdida de votos y la más inquietante de afiliados. Eso estresa mucho, y más el íntimo convencimiento de que ésta es su hora política final y de que se le está poniendo cara de jarrón chino. Albert Rivera también da muestras de poderoso estrés, quizá en el recuerdo inmediato de su solemne acuerdo con el PSOE y la investidura de irás y no volverás. Rivera tiene que saber que su destino es el de la bisagra, pero no acaba de colegir si la falleba sirve para abrir la puerta o para cerrarla, y de ahí sus idas y venidas a su dirección para aclarar una abstención en la segunda votación de investidura reservándose un apoyo de legislatura. Eso es estresante. Quienes han decidido no estresarse son esos diez votos de negada paternidad (serán PNV, Convergencia y Coalición Canaria) que han alzaprimado a Ana Pastor en la Presidencia del Congreso, pero los embozados no suponen un regreso de los periféricos en apoyo de la mayoría minoritaria. Así que quedamos todos estresados.