Ely del Valle
Exceso de confianza
La cita entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias será el próximo día 30, treinta y cinco días después de que el líder del PSOE y el de Ciudadanos firmaran un acuerdo que según ambos iba a misa hubiera o no investidura y que les ligaba hasta el infinito y más allá. No fueron (fuimos) pocos los que advirtieron a Albert Rivera de que quizá estaba pecando de ingenuidad al creer que su socio firmaba con aquel pacto su renuncia a dejar de hacerle ojitos a Podemos. Craso error de principiante. De entrada, lo primero que hizo el secretario general de los socialistas fue utilizarlo como pantalla para colarle a su militancia una pregunta butrón por la que cabía cualquier cosa y su contraria ante un Comité Federal que no pudo, no quiso o no supo como meterle mano a semejante obra maestra del trile político. Desde entonces, el líder de la formación naranja ha hecho el papel de damisela medieval, crédula ante las promesas de su caballero de brillante armadura que negaban una evidencia patente para todo el mundo menos para él.
El Partido Socialista no tardó ni dos semanas en acceder a una reunión con Izquierda Unida en la que Ciudadanos estuvo vetado, y desde entonces, los gestos de acercamiento a Iglesias han sido tan clamorosos que desde dentro del propio Partido Socialista cada vez son más los que animan a Susana Díaz a salir al paso.
Puede que el problema de Rivera sea el de confiar en exceso en la política de guante blanco, o que como ocurre con las víctimas, el tocomocho, se niega a creer que está haciendo de panoli, pero a estas alturas son muy pocos los que apuestan a su favor en el caso de que Pablo Iglesias decida robarle la pareja; y si eso sucede, se encontrará con que, por mucho que Napoleón dijera aquello de que un líder es un negociador de esperanzas, habrá hecho un papelón difícil de explicar.
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